«El ojo es la lámpara del cuerpo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo se verá iluminado; pero si tu ojo está en mal estado, todo tu cuerpo estará en tinieblas…» — Cristo en su Sermón de la Montaña.
La Dualidad de Nuestros Ojos
Desde una base simbólica el ojo izquierdo está regido por la Luna y el derecho por el Sol. Estos órganos no solo son la ventana a nuestro mundo exterior, sino que también emanan una luz interna que ilumina los procesos que dan vida a nuestro organismo.
La Ciencia y la Luz del Ser Humano
La ciencia ha comenzado a validar una antigua sabiduría: el ser humano es luz. Cada átomo en nuestro cuerpo está compuesto por partículas luminosas que vibran en el éter, recibiendo su energía del ojo. Sin embargo, si nuestro ojo no está sano, esta luz se debilita, sumiendo nuestros procesos internos en la penumbra. La oscuridad que llevamos dentro se refleja en el mundo que nos rodea.
La Proyección de Nuestra Luz
En nuestro estado evolutivo actual, todos cargamos con una mezcla de luz y tinieblas. Cuando aquellos que nos observan perciben nuestra luz en lugar de nuestras sombras, esa luz se intensifica, iluminando el universo un poco más. Luz y amor son una misma esencia.
Por el contrario, si centramos nuestra atención en las sombras de los demás, contribuimos a la oscuridad, oscureciendo nuestra propia luz y disminuyendo la claridad en el mundo. Esto nos lleva a la necesidad de reparar y limpiar nuestra lámpara interna.
Entidades Espirituales y la Luz
Los mecanismos de nuestro cuerpo son guiados por entidades espirituales de mundos superiores que requieren luz para operar. Sin ella, pueden ser reemplazadas por fuerzas oscuras que perpetúan la tiniebla en nuestro interior.
La Salud y la Oscuridad
En las tinieblas, la fuerza de repulsión prevalece, triturando todo a su paso. Si nuestro cuerpo está sumido en la oscuridad, mantener la salud se vuelve una tarea imposible. A menudo, culpamos a factores externos, cuando la verdadera causa radica en un ojo que no permite que la luz fluya.
Conclusión
La salud de nuestro ojo determina la luz que emana de nosotros y, por ende, la claridad con la que percibimos el mundo. Es un llamado a la introspección y a la sanación interna, recordándonos que la luz que buscamos en el exterior comienza en nuestro interior.
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