Cada cual debe ir encajando las piezas en su rompecabezas particular. Así, cuando uno se muere es como si subiera en globo, debe desprenderse de todo el lastre acumulado con sentimientos destructivos y pensamientos sombríos y dolorosos para poder subir. Cuando llega arriba se encuentra con el jefe, el Ego Superior, le reporta sus experiencias y éste lo manda de regreso a por más. En el camino de descenso es preciso pasar por el “supermercado” del cosmos y cargar con nuevos materiales para que el globo descienda.
Debemos puntualizar que las regiones inferiores del mundo de Deseos son kármicas, es decir, desde arriba nunca se ejerce presión alguna para que ese material sea incorporado al cuerpo de deseos del individuo. Un Ego Superior jamás le dijo a su personalidad material: «Te voy a poner un fajo de materia que obedece a la fuerza de repulsión, y vas a ver como experimentas«. Es fácil comprender que estos elementos destinados a ser destruidos, son obra de nuestros errores, del empeño que ponemos en dar un paso hacia delante y dos atrás.
En cada vida recogemos materiales ajenos a las leyes cósmicas, del mismo modo que cada día ingerimos materia imposible de digerir por nuestro organismo y nos vemos en la obligación de evacuarla. Esa materia debe ser destruida por la imposibilidad de ser incorporada a ninguna región de los mundos superiores, y así el Ego se ve obligado a cargar con una parte de materia a liquidar.
Si los errores del pasado sólo nos concernieran a nosotros, resultaría más sencillo, ya que nos serían extirpados en el viaje de retorno hacia el Ego. Pero cuando el error entraña responsabilidades respecto a nuestros hermanos de cordada, la eliminación del mal debe tener lugar en el mundo físico, puesto que allí fue plantado. Todo tiene que salir por la puerta por la que ha entrado. En el mundo de Deseos, sólo podemos liquidar las deudas relacionadas con los deseos y emociones; en el Mental liquidamos los errores mentales.
Pero cuando hemos cometido algún crimen, robo, estafa, explotación del prójimo, arruinado físicamente, herido, maltratado a un semejante, los efectos físicos de esa forma de obrar sólo podrán ser liquidados en el mundo Físico. De ahí la necesidad de que existan las bajas regiones del mundo de Deseos, ya que en ellas nos motivarán para que nos orientemos hacia situaciones donde impera la fuerza destructora de repulsión. De este modo, el criminal se verá impulsado hacia una situación de víctima; el ladrón hacia una situación de ser robado; el explotador de explotado, etc. La Ley de Equilibrio exige que cada ser viva, desde el otro polo, la situación que él creó fuera de toda norma. (Esta Ley puede saltarse con el perdón del ofendido y la toma de conciencia del que ofende).
Siguiendo el circuito, ya tenemos un cuerpo mental y un cuerpo de deseos reconstituidos. Ahora ambos se encuentran en el umbral de la vida física, en busca de un cuerpo físico que les permita manifestarse.
A partir de aquí las cosas se vuelven un poco más complejas, puesto que los cuerpos antes descritos están organizados como simples envoltorios. En cambio el cuerpo físico se encuentra sumamente elaborado y, además, el átomo-germen debe ir a recoger sus materiales en el interior de otro cuerpo físico (el de la madre.) Se necesita, pues, que todo el sistema vele para que ese futuro cuerpo físico encuentre los materiales necesarios a su nueva manifestación.
Los señores del destino y los ángeles archiveros
Hablaremos ahora de los Señores del Destino, que pertenecen a la generación de los Ángeles y colaboran con los llamados Ángeles Archiveros, los encargados de llevar los registros de las vidas anteriores.
El Ego, en su «sueño» de nueva vida, se ha propuesto que sus vehículos vivan cierto tipo de experiencias aún pendientes de realizar, pero sin tener en cuenta las deudas que sus cuerpos mortales dejaron en sus peregrinajes por la tierra. Sucede lo mismo con los padres, a menudo sueñan que sus hijos serán médicos, abogados o ministros, sin tener en consideración el criterio de sus vástagos, que estará influido por las necesidades de su destino.
Los Ángeles Archiveros, con la Memoria de las Vidas en la mano, leen al Ego “la cartilla”, con la suma de acciones iniciadas con anterioridad y que necesariamente deben concluir.
Entonces el Ego decide, con toda lucidez, la parte de las cuentas que será pagada; es decir, la parte de destino comportando acontecimientos que le será necesario vivir en sus cuerpos y contra los cuales poco podrá su voluntad.
Cada persona inicia una nueva vida con deudas, pero unas serán vividas de forma negativa y otras de manera positiva, unas como emisor y otras como receptor, porque las deudas comprenden las propias y las de los demás hacia nosotros.
Establecido un acuerdo entre el Ego y los Ángeles Archiveros, estos traspasan sus ficheros a los Señores del Destino, a fin de que encuentren al alma en trance de encarnación un medioambiente propicio a la expresión de la voluntad del Ego y al pago de la cuenta pendiente que éste ha aprobado, con cargo al Destino.
O sea, que de casualidad nada, venimos ya en cierto modo predestinados, y resultará muy difícil saltarse el pago de una deuda. Sólo podemos hacerlo si conseguimos el perdón del acreedor. Pero si en lugar de mirar las deudas desde una perspectiva de morosidad, o del malestar que nos infringen, lo hiciéramos pensando que son experiencias, viviríamos el proceso de una forma mucho más natural.
Con esta base, los Señores del Destino se pondrán a trabajar, empezando por la construcción de un cuerpo vital, ese apéndice del cuerpo físico que permite expresar en el mundo físico las potencialidades del cuerpo de deseos y del mental.
En busca de unos padres
En el umbral del mundo material, el Ego pierde ya sus derechos, por así decirlo, y la dinámica de sus vidas anteriores es la que domina. Su primer reto será el de encarnar. Si en otras vidas, la personalidad física ha actuado de forma débil, sin cosechar ni grandes amores ni grandes odios, es probable que sean pocas las personas que en el mundo físico deseen su presencia.
El deseo de alumbrar una vida se facilita bastante cuando la persona que viene al mundo y la que le ofrece su cuerpo están ligadas por una relación anterior. El que ha amado mucho, el que ha suscitado grandes amores, encontrará fácilmente en la tierra quien muestre el deseo de acogerlo. Esa apetencia empujará al encarnante a construir allí su nido humano, tal vez contraviniendo los planes de su Ego. Lo mismo le sucederá a alguien que haya suscitado muchos odios: sus antiguos enemigos pueden desear con fuerza que aparezca en sus vidas para ajustarle las cuentas. Los tibios, en cambio, se encontrarán en el umbral de la vida sin que nadie se entusiasme por ofrecerles asilo.
Por lo general, se trata de un procedimiento inconsciente, instintivo. Los futuros padres llaman en sueños (en el mundo de Deseos) al alma que quieren recibir, pero su desconexión al despertarse convierte el proceso en inconsciente.
Conociendo este proceso, deberíamos acostumbrarnos a llamar a nuestros futuros hijos todos los días hasta que lleguen.
Resulta especial el momento en que los antiguos conocidos se encuentran, se reconocen (aunque de forma inconsciente) y unen de nuevo sus fuerzas para la edificación de una obra humana. Cuando un vínculo de este tipo existe, incluso el karma individual puede liquidarse en común, de manera que si uno de los miembros de esa cadena de solidaridad tiene una cuenta adversa a pagar, el amor que por él sienten los demás puede forzar el Ego a abandonarles su vehículo físico, que ellos cuidarán, mimarán, protegerán y le darán finalmente, por la vía de la razón, esas experiencias amargas que debe vivir en su piel. El amor es una medicina universal que limpia de todos los errores y todo ser humano contiene el amor en potencia y cuando esa potencialidad se dinamiza y actúa, la persona tiene el poder de perdonar los errores de los que se aproximan a su esfera, de los que lo amaron y lo odiaron.
Pero volvamos al proceso en sí. La tarea de los Señores del Destino, cuando llega a ellos un alma en solicitud de encarnación, es de una gran complejidad. Su primer trabajo consiste en buscar al reencarnante unos padres. Si existen lazos kármicos que lo unan a sus futuros padres, estos se encargarán de la custodia de su futuro hijo sin problemas: bastará con localizarlos en la parte del mundo en que se encuentren. Pero es posible que el destino particular de esos futuros padres los haya situado en distintas ciudades. Entonces los Señores del Destino deberán procurar unirlos, inspirando a uno de ellos la idea de un viaje, de una expatriación, que le permita entrar en contacto con el otro elemento. Todo ello deberá ser llevado a cabo sin violentar el destino particular de esos padres y de acuerdo con sus necesidades evolutivas.
En realidad, la tarea de los Señores del Destino se parece al trabajo de un novelista, todos los personajes deben encajar de una forma natural y creíble. La diferencia es que estos últimos manejan personajes imaginarios, mientras que los Ángeles del Destino trabajan con seres reales. El novelista, en definitiva, se estaría preparando para desempeñar el papel de Señor del Destino.
Esto podría llevarnos a pensar que somos títeres en manos de los Señores del Destino, pero disponemos de una absoluta libertad en la elección de nuestros propósitos. La labor de los Ángeles del Destino consiste en presentarnos opciones susceptibles de canalizar nuestros movimientos hacia un punto de confluencia, en el cual dos seres se encontrarán para realizar la historia hacia la que tienden sus almas. La fuerza de esta libertad es tan intensa, que todos los que han tenido experiencias en el mundo literario saben que los personajes, una vez creados, «se escapan«, huyen del propósito del autor y acaban dictándole, por así decirlo, su propia historia. Al crear un personaje, el autor crea al mismo tiempo un Artificial en el mundo de Deseos y éste se alimenta con la vida que está en afinidad con su forma de ser y puede rebelarse contra el novelista que lo creó. Uno de los casos más famosos de esa rebelión fue la de Sherlock Holmes, el detective. Su autor Arthur Conan Doyle, decidió eliminarlo e hizo que se despeñara por un precipicio con su archi enemigo Moriarty. Pero el editor empezó a recibir cartas de queja, probablemente inspiradas a la gente por el elemental del propio personaje, solicitando que le devolvieran a la vida. Y finalmente el autor se avino a ello.
Si tomamos el aspecto práctico de lo dicho sobre el libre albedrío, cuando nos encontramos en un escenario difícil, convencidos de que las circunstancias (o los demás) mandan en nuestra vida, debemos reconsiderar la situación con el convencimiento de que tenemos suficiente libertad y fuerza, para cambiar la orientación de los acontecimientos.
Volviendo a lo que ya hemos apuntado con anterioridad, los lazos kármicos que atan a los padres pueden ser de odio o de amor. Quien en una existencia anterior ha dado muerte a una persona, puede tener la obligación, en la próxima, de darle vida, de modo que es fácil que se convierta en su madre. Pero, del mismo modo, dos personas que se hayan amado mucho, también pueden encontrarse vinculadas por ese amor que les incline a nacer en la misma familia. Allí seguirán queriéndose, pero de otra manera
Cuando ningún lazo kármico obliga a un individuo a relacionarse con otro, ni el otro a cargar con la vida del reencarnante, los Señores del Destino eligen, de acuerdo con las necesidades evolutivas del Ego, la familia que ha de darle la máxima oportunidad de experimentar las pruebas que ha escogido.
Que alguien nazca en una familia determinada, nunca es el fruto de una casualidad, sino de una necesidad experimental. Quien viene al mundo en una casa pobre, es porque una exigencia evolutiva lo ha llevado allí y en ningún caso hubiera podido nacer en el seno de una familia rica. Solo la ignorancia de este mecanismo lleva a ciertos hijos a culpar a sus padres de haberlos traído al mundo en un ambiente de miseria. Si ha sido así, es porque necesitaban conocerla, del mismo modo que con anterioridad han conocido la opulencia o la encontrarán en una posterior encarnación.
Parece que si se nos facilitara esta información podríamos entender mejor nuestra vida, pero los seres humanos estamos todavía poco preparados para asimilar nuestro pasado sin que ello produzca desajustes en la vida actual. Y por otro lado, imaginemos a una persona a quien le comunicamos que sus problemas actuales son debidos a actuaciones del pasado, su reacción podría ser la de aceptar esa situación con resignación, sin mover nada para remediarla por estar convencida que se lo merece. Perdería así un tiempo valioso de evolución.
Las desgracias que puedan sucederle por actuaciones del pasado son solamente experiencias a vivir, debe asimilarlas y superarlas, ir más allá, porque a nadie se le obliga a ser desgraciado. Todos venimos a la tierra dotados con las herramientas necesarias para conseguir el éxito y la felicidad. La principal trampa con la que puede encontrarse nuestro personaje es la tendencia a repetir los errores que le llevaron a acumular facturas en ese pasado. En tal caso su destino le frenará, imposibilitando su avance hasta que decida cambiar de actitud.
Deja de utilizar el karma como justificación de desgracias y plantéate, para superarlo, un cambio de comportamiento.
Por otro lado, y volviendo a la reflexión anterior, los lazos kármicos explican a veces el problema de las familias que apenas se entienden. Si el odio y el crimen vinculan, es evidente que las personas que nacen en el seno de una madre que en una vida pasada los maltrató, se sentirán poco queridos en esa familia. El antídoto, como hemos comentado, es el amor y el perdón.
La pregunta a formular entonces es: ¿cómo se perdona un suceso que ni siquiera eres consciente de haber vivido? Se trata de perdonar de oficio. Es decir, cuando te das cuenta que mantienes una mala relación con una persona, sin que en principio haya mediado provocación ni exista un motivo razonable, dedica unos minutos al día, durante una semana, a pedirle perdón y a perdonarla mentalmente. Experimentarás resultados sorprendentes. ¿Por qué una semana? Si la creación se ha programado para siete días, significa que en ese periodo se puede conseguir cualquier cambio o transformación en el ser humano o en sus circunstancias.
Los lazos kármicos también son extensivos a un país, al que nos ligaría un karma colectivo. Y si en el pasado histórico una nación ha exterminado a otra, es fácil que en un futuro, la nación exterminante deba dar la vida o acoger a los que eliminó.
Los encarnantes procedentes de la matanza histórica, serán conducidos por los Ángeles del Destino a la región conflictiva de la nación que los exterminó, a fin de que ésta pueda resarcirlos de las experiencias a vivir.
Los recuerdos siempre tratan de escalar posiciones, de abrirse una puerta en nuestra conciencia. Sería bueno aprovechar este momento para preguntarse si tenemos alguna factura pendiente con alguien de nuestro entorno. Estamos a tiempo de perdonarle y de pedirle perdón…D