Antes de buscar casa al reencarnante, los Señores del Destino se ocuparán de construirle un cuerpo Vital. Estará formado por elementos de las cuatro regiones superiores del mundo Físico, constituyendo la parte superior de nuestro organismo físico.
Mundo Físico
Región Etérica
– Éter Reflector
– Éter Luminoso
– Éter de Vida
– Éter Químico
Región Química
– Gases
– Líquidos
– Sólidos
El cuerpo Vital o etérico está compuesto por cuatro Éteres de distintas densidades. Esta denominación nada tiene que ver con el compuesto químico del mismo nombre (éter), sino que se refiere a una esencia vaporosa, impalpable, tenue, que rodea toda materia, pero imposible de ser analizada en laboratorios. Las personas que han desarrollado una visión de otros mundos (los videntes) ven de forma clara el «doble etérico» de las personas, sobrepasando unos centímetros su silueta física.
Los cuatro éteres
se denominan, de superior a inferior:
4°.- Éter Reflector
3°.- Éter Luminoso
2°.- Éter de Vida
1°.- Éter Químico.
El cuerpo Vital constituye el vehículo a través del cual los cuerpos superiores conectan con el cuerpo físico. Sin el cuerpo Vital, permaneceríamos tan inanimados como las piedras.
El éter reflector
El Éter Reflector es el encargado de conectar la cuarta región del mundo del Pensamiento, donde se encuentran las fuerzas arquetípicas de la Mente, con el cerebro físico. Este Éter tiene dos polos: por el positivo, el Ego transmite su pensamiento a su personalidad mortal y por el negativo la memoria de la vida es transmitida al Ego. Si el Éter Reflector es débil o poco abundante, el pensamiento difícilmente consigue manifestarse a su vehículo físico.
La memoria es una facultad de la mente. Adquirimos la posibilidad de recordar cuando nos fue incorporado el cuerpo del pensamiento, que en la Biblia se describe con la historia del Maná cayendo del cielo, después que el pueblo Elegido hubiera atravesado el Mar Rojo.
El ser humano anterior a Moisés era capaz de pensar, ya que monumentos como las pirámides de Egipto y los templos de la India y China prueban que en aquella época coordinaba bien sus ideas. Pero se trataba de un pensamiento cósmico, al que el ser humano primitivo tenía acceso, del mismo modo que el niño tiene acceso al pensamiento de sus padres antes de conectar con su propio cuerpo del pensamiento, lo cual sucede, de forma aproximada hacia los veintiún años, pero dejemos este tema para más tarde.
Los científicos se encuentran con problemas a la hora de explicar dónde se almacena la memoria. Durante un tiempo se creyó que se encontraba en el cerebro o en las neuronas, pero en algunos ensayos, al extirparse ciertas unidades que se suponía encerraban una determinada memoria, se dieron cuenta que el individuo seguía recordando por igual.
La memoria pertenece al mundo del Pensamiento, del cual el cerebro es un mero instrumento operativo.
Las experiencias de la vida producen una memoria, que a través del Éter Reflector transita hacia arriba y cuando es necesario recordar algo, el Ego Superior, que dispone de esa memoria, envía el recuerdo por el canal de dicho Éter. Por lo tanto, podría decirse que la memoria aparece y desaparece del cerebro de acuerdo con las necesidades operativas.
Los animales, que carecen de cuerpo del pensamiento, tampoco tienen memoria. Sin embargo, el cuerpo de Deseos posee una facultad similar a la memoria: la de crear imágenes que se graban por todas partes, comenzando por nuestra propia sangre.
Los elefantes, por ejemplo, tienen una capacidad especial para retener imágenes, una especie de retentiva visual que la gente asocia con la memoria.
El éter luminoso
El Éter Luminoso conecta con la tercera Región del mundo del Pensamiento, donde se encuentran los Arquetipos de los Deseos y de las Emociones, con el corazón físico. Por su polo positivo produce el calor, el movimiento, la circulación de la sangre; por su polo negativo da vida a los sentidos, permitiendo las funciones de la visión, oído, tacto, olfato y gusto. Podríamos decir que el Éter Luminoso es el Sol que luce en nuestro interior. Cualquier perturbación o debilidad de este Éter puede repercutir en un mal funcionamiento de los sentidos físicos, privándonos de uno de ellos. También podría hacer que en nuestra actividad, nos mostremos indiferentes, inactivos o tibios.
El éter de vida
El Éter de Vida conecta la segunda Región del mundo del Pensamiento, donde se encuentran los Arquetipos de la Vitalidad Universal, con los órganos sexuales físicos. Es el conductor de las fuerzas que tienen por objeto el mantenimiento de la especie, la fuerza de propagación. Por su polo positivo el Éter de Vida actúa en la hembra durante el periodo de gestación, capacitándola para realizar el trabajo de crear un nuevo ser. Por otro lado, las fuerzas que actúan sobre el polo negativo capacitan al macho para la producción de semen.
Por su polo positivo, el Éter de Vida produce seres humanos varones, mientras que las fuerzas que trabajan sobre el polo negativo generan hembras. La debilidad o escasez de ese Éter puede causar la impotencia, la frigidez y la esterilidad.
El éter químico
El Éter químico conecta la Región del mundo del Pensamiento, donde se encuentran los Arquetipos de la Forma, con el bazo, que es la puerta de entrada a partir de la cual cada tipo de energía se distribuye por el cuerpo. Por el polo positivo ejerce las funciones de asimilación de los alimentos y por el polo negativo trabaja en las funciones de excreción. La defectuosidad de ese Éter produce un estado de mala salud general en el cuerpo.
Una vez formado el cuerpo Vital, su átomo simiente se une a los átomos-gérmenes de sus distintos cuerpos para formar el Cordón Plateado, a cuyas funciones en el momento de la muerte ya nos hemos referido antes.
El equilibrio
Necesitamos que funcionen los cuatro éteres para lograr un equilibrio, ¿pero cómo se consigue?
Los cuatro éteres se encuentran disueltos en el ser humano, cada uno ocupado en sus funciones. En el mundo del Pensamiento, las reservas de material que las alimenta son infinitas y ello permite reponer inmediatamente el tipo de Éter que se esté utilizando. Una persona que ingiera alimentos en grandes cantidades necesitará mucho Éter Químico, para los trabajos de asimilación y expulsión, de modo que le será facilitado en cantidades industriales, pero en detrimento de los demás éteres, ya que mientras el Éter Químico trabaja, los demás se ven mermados en sus capacidades o laboran en malas condiciones.
Pongamos un ejemplo. Si dedicamos mucho tiempo a la actividad profesional, nos quedará poco espacio para divertirnos y es fácil que incluso carezcamos de ganas de hacerlo. Lo mismo ocurrirá con la persona que utilice mucha fuerza sexual. Recibirá una enorme cantidad de Éter de Vida para cubrir sus necesidades, lo cual estimulará más su apetito sexual, en detrimento de las funciones propias de los demás éteres.
Finalmente, el que desarrolle su vida emocional y su vida intelectual también recibirá grandes cantidades de Éter Luminoso o Reflector y, por consiguiente, tendrá tendencia a reducirse su vida sexual y su apetito por los manjares.
Quienes han consumido en gran cantidad los dos éteres inferiores durante una vida se encontrarán, en la próxima existencia, con un cuerpo etérico que los posee en gran abundancia, ya que hemos comentado que sucede como con los músculos, cuanto más los trabajas, más crecen. Pero también hemos apuntado que irá en detrimento de los éteres superiores, que serán debiluchos, de modo que por robusto que sea su cuerpo mental, sus dictámenes llegarán muy débilmente a su organismo físico. Y a la inversa, los que han hecho gran consumo de éteres superiores, se encontrarán en la próxima vida con un vehículo físico que obedece de forma fiel los mandatos de su Ego Superior.
Tenemos total libertad para elegir en cada momento nuestro camino. Pero es preciso comprender que ningún avance puede tener lugar, en la senda evolutiva, sin dejar lastre, sin desprendernos de una parte del peso que nos impide elevarnos. En este caso, nos estamos refiriendo a los éteres inferiores, el Químico y el de Vida, y la única forma de lograrlo es reduciendo su consumo. Es decir, comiendo de forma moderada y manteniendo una actividad sexual razonable.
Si fuera imposible modificar este estado de cosas, pasaríamos toda una vida en la misma situación, disponiendo de un éter en exceso y viéndonos privados de otro. Pero estamos en el mundo para cambiar y ese trabajo de transmutación la humanidad lo realiza de forma inconsciente, por eso es lento y arduo.
La voluntad humana posee las llaves que abren todas las puertas de sus cuerpos y dispone también de mando sobre las fuerzas que han de permitirle remodelarse. Ese poder dormita en nuestro interior y debemos aprender la manera de utilizarlo.
En resumen, disponemos de cuatro éteres para el desarrollo de nuestro cuerpo físico: uno sirve para la asimilación de alimentos y la excreción; otro para la procreación y la energía sexual; el tercero para la actividad y los sentidos y el último para pensar. Según hagamos uso de ellos en mayor o menor cantidad, en la próxima vida nos puede faltar o sobrar alguna de sus cualidades.
Si la constitución mineral del cuerpo físico depende de los alimentos que ingerimos, de su riqueza en calcio, en hierro, en fósforo, etc., la constitución del cuerpo vital dependerá igualmente de nuestro consumo en lo que se refiere a los cuatro éteres. La única diferencia es que nuestro cuerpo vital es joven y somos incapaces de nutrirlo nosotros mismos, por lo cual es preciso que nos den el alimento a cucharadas, como hacemos con los bebés.
Los encargados de este trabajo son los ángeles, salvo en lo que se refiere al Éter Químico (labor conferida a los luciferes.) Ellos ponen a nuestra disposición los fluidos necesarios para el consumo y de acuerdo con las exigencias de nuestro destino, ya que si en la hoja de ruta figura alguna anomalía, dichos ángeles nos cortarán el suministro de tal o cual éter o bien nos lo suministrarán con cuentagotas. También puede suceder lo contrario, que nos lancen un chorro tal, que en lugar de poderlo utilizar correctamente, quedemos sumergidos en el éter, como aquel que teniendo sed, en lugar de servirse de una fuente, acudiera a las cataratas del Niagara para beber en ellas.
Pero nada ocurre de forma automática en el cosmos; todo está personificado por fuerzas que animan un determinado elemento y lo accionan inteligentemente, de manera que sirva con exacto rigor para cumplir el programa establecido por la voluntad que lo ideó o que, con su accionar inconsciente, lo volvió ineludible.
Las fuerzas angélicas llenan los vacíos que hay en nosotros. Si estos son más profundos de lo que deberían ser, nos cargan con mucho material; si las compuertas, por el contrario, están cerradas, nos quedaremos sin el elemento. La contextura etérica de nuestra personalidad (la carga que le hemos generado a nuestros éteres), creada al bajar hacia el mundo físico, es la que determina nuestra capacidad de aprovisionamiento.
Así, los Señores del Destino sacarán de sus archivos la copia anterior del cuerpo vital del reencarnante y, de acuerdo con ese modelo, construirán su futuro cuerpo vital.
Entendamos pues la importancia de trabajar sobre aquello que queremos tener, o sea, plantar los alimentos que luego desearemos cosechar. Si es amor lo que te gustaría tener en abundancia en la próxima vida (o incluso en esta), empieza por amar a todo el que te rodea, tanto a los que consideras amigos como enemigos.
La fecha
Elegidos ya los padres, sólo quedará encontrar la fecha oportuna para que, según la posición de los astros, el naciente disponga de las energías necesarias para realizar su programa, el trazado por el Ego Superior y el exigido por su karma. Y cuando ese momento estelar se produzca, será depositado el átomo-germen del cuerpo físico en la simiente del futuro padre para lleve a cabo la fecundación.D