La presente humanidad empezó su evolución en el primer Día de la Creación y su estado era entonces el de esa chispa que hemos descrito. El nivel de conciencia de esas chispas en el primer Día era semejante al que pueden tener los actuales minerales, o sea, muy básico. Se podría decir de alguna manera que los humanos actuales, fueron los “minerales” de ese primer Día.
Resulta un poco más complejo, pero esta comparación puede dar una idea aproximada del nivel de conciencia, que era muy elemental. Es preciso comprender que no éramos minerales, sino que teníamos ese estado de consciencia.
Como decía Ricardo Cassiano en el País de las Palmeras: la piedra es la almohada donde se sueña el porvenir.
Es nuestra vida seguimos el mismo esquema. Cuando somos bebés tenemos un estado de conciencia muy básico. Cuando inicias una actividad a la que no te has dedicado nunca, pasa lo mismo. A medida que vayas avanzando, tu conocimiento sobre el tema será mayor.
Tras el Primer Día de la Creación, vino lo que se dio en llamar una Noche Cósmica, que debe entenderse como un periodo en el que Dios asimila las experiencias de ese Día, que se prolongó por espacio de miles de años terrestres. Es como pararse para reconsiderar todo lo experimentado antes de continuar.
Si lo aplicamos de forma práctica a nuestra vida, este punto induce a utilizar la noche para realizar tareas de reconsideración y asimilación de las experiencias vividas durante el día. Años atrás se utilizaba un dicho que sugería: “consúltalo con la almohada”.
Para practicar el dicho es preciso dormirse pensando en el asunto que te preocupa, formulando mentalmente la pregunta sobre su viabilidad. Al despertar, la noche habrá depositado la respuesta en tu conciencia a través de los sueños. Lo mejor será que tomes nota enseguida de lo que has soñado, para evitar que se te olvide.
Noche y día forman una unidad inseparable. Sería ideal que dejáramos pasar como mínimo una noche antes de tomar una decisión importante. Paralelamente, la noche se asimila al vasto territorio del inconsciente, las tareas de reconsideración y reflexión pueden ser realizadas en cualquier momento del día, a través de la meditación, que es una forma muy poderosa de conectar con el inconsciente.
Si te cuesta recordar lo que has soñado, conviene prestar atención a las anécdotas que sucedan durante el día siguiente al que has realizado la pregunta, fijarte en los detalles llamativos. Si te seduce un anuncio, escucha su mensaje y trata de relacionarlo con la pregunta; o si es una valla publicitaria la que dice “adelante”, sabrás que forma parte de la respuesta. El universo siempre contesta, lo que ocurre es que a menudo quieres que te escriban la solución en la agenda.
Para recordar los sueños, es preferible evitar despertarse con un despertador, porque te sobresalta y te saca del sueño violentamente. Es posible programar antes de ir a dormir la hora en que quieres levantarte, simplemente pidiéndolo mentalmente. (Aunque será necesaria una cierta práctica).
Si quieres aprender a interpretar las anécdotas que te suceden a diario, te sugiero que leas mi libro El Lenguaje Simbólico de las Anécdotas, en su versión papel o ebook.