Iniciación a los Misterios de la Vida

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Módulo 3: Para qué sirve la buena intención

Lección 20: cita con el Ego

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Las tres Regiones superiores del mundo del Pensamiento se conocen con el nombre de Región del Pensamiento Abstracto.

La quinta región contiene la Idea-Germen del deseo y de las emociones en los animales y en el ser humano. La sexta contiene la Idea-Germen de la vida vegetal, animal y humana. La séptima contiene la Idea-Germen de la forma mineral, vegetal, animal y humana.

Esas son Regiones sin formas determinadas, todo es magma vivo, luminoso, puro soplo creador. Allí reside nuestro Ego Superior.

El Ego Superior es nuestro Yo espiritual, el Yo creador, el que ostenta todos nuestros poderes, es el centro de la conciencia, Jung le llamó el centro de gravedad del ser, es la chispa divina emanada del Dios Creador de nuestra galaxia. Los cuerpos que poseemos: el físico, el de deseos y el mental, son meros vehículos del Ego divino, utilizados para la adquisición de experiencias que, con la disolución de esos cuerpos, se incorporan a ese Ego divino, que es como el disco duro central, la parte inmortal de nuestro ser.

La esencia creadora -o Dios- puede ser comparada con una bengala, como ya explicamos antes, que al entrar en contacto con el fuego despide un reguero de chispas. O bien con una gran vela gracias a la cual se encenderían millones de velas. Esas chispas o velitas se desprendieron de la esencia creadora en el inicio de la Creación y fueron lanzadas al torrente de la evolución. Mediante un largo y minucioso proceso, cada una de esas chispas fue reuniendo átomos para formar sus cuerpos recogedores de experiencias, el mental, el emotivo y el físico. El trazo que queda en nosotros de esa chispa primigenia y que es a la vez el embajador plenipotenciario de Dios en el hombre, es lo que llamamos el Ego Superior, personalidad divina o trascendente, es nuestro Dios interno. Es el director general de las entidades física, emotiva o mental, el que dirige desde nuestro interior. 

Ego Superior, Alma y Átomo Germen

En ocasiones se produce una cierta confusión entre los conceptos de Ego Superior, alma y Átomo Germen. Vamos a tratar de aclararlos. Imaginemos que el Átomo Germen es como una semilla, que va recogiendo las propiedades de la fruta que la contiene y que al final volverá a ser plantada (antes lo comparamos a un disco duro). Pensemos en el alma como en un ministro que ejerce en nombre de su presidente y cuando éste se lo indica, se retira (de los cuerpos) y le resume todo lo acontecido durante su mandato (es como el ordenador que contiene los discos duros).

En lo que se refiere al Ego Superior, siempre ha existido una cierta dificultad en comprender su naturaleza exacta y su función en nuestra evolución (diremos que es el dueño del ordenador). 

Los Egos fueron primero chispas divinas separadas del cuerpo de la divinidad, arrojadas del mundo de Dios para evolucionar en un espacio separado que conocemos con el nombre de mundo de los espíritus vírgenes. El objetivo de esa separación era asegurar la continuidad de la Creación en ulteriores periodos. El Dios de nuestra galaxia debía asegurar una cantera de entidades divinas para cuando él se retirara, en el séptimo Día de la Creación, a realizar tareas más elevadas.

Era preciso que una parte de sí mismo descendiera a territorios jamás hollados por la divinidad, que se fuera al extranjero, como suele decirse en el lenguaje iniciático cuando el candidato se dirige al país de la oscuridad.

Se sabe que el progreso de la vida tiene lugar en dos grandes etapas. La primera es la Involución: el descenso hacia mundos de densidad creciente para recoger experiencias a través de la experimentación (lo que la ciencia llamaría el Big Bang). La segunda etapa es la Evolución (también llamada Big Crunch): el regreso a la unidad universal, el desapego, la espiritualización, la comunión con Dios.

Una vez la etapa de Evolución haya finalizado, la vida que ha conquistado la omnisciencia ya nunca podrá descender, y tampoco le apetecería hacerlo, puesto que su interés se centrará en comprender el funcionamiento, la vida que se desarrolla en los planos cósmicos hasta llegar al Ser Supremo. Pero como todo progreso entraña sacrificio, lo cual es una realidad a todos los niveles, la vida divina, para poder progresar, se ve obligada a crear nuevas unidades vitales y a separarlas de sí misma. Esas unidades podrán descender, en su Involución, a mundos más profundos, produciendo sus propias experiencias.

Una pregunta muy formulada es: ¿Por qué el progreso siempre tiene que entrañar sacrificio? Por la misma razón que un globo para elevarse necesita soltar lastre. Pongamos que una persona se enfada con una amiga. Para superar esa situación, se presentan dos opciones: la primera que la amiga pida perdón y el otro la disculpe; la segunda es elevarse por encima del problema, es decir, que seamos capaces de valorar las circunstancias desde un punto de vista más amplio. Pero al aceptar esa visión estamos renunciando a una parte de lo que llamamos “tener razón”, en cierto modo nos estamos sacrificando para alcanzar un objetivo superior: la reconciliación. Conviene recordar que la palabra sacrificio viene de “sacro facere”, hacer lo sagrado.

Esta es la historia de los espíritus virginales. Para Dios, crearlos era una necesidad. Estas chispas divinas que somos nosotros, una vez diferenciadas del cuerpo de Dios, por poseer todos los atributos de la divinidad creadora, empezaron a sentir hambre de conocimiento y éste fue el principio de nuestro desarrollo. 

En sus inicios, toda la oleada de espíritus virginales éramos iguales. La diferenciación empezó al individualizarnos como seres humanos. La técnica de ese descenso consistió en crear vehículos en cada uno de los mundos en los que se deseaba organizar la vida, a fin de que ellos aportaran sus experiencias al Ego divino, el cual permanecería en los mundos superiores conservando su plena lucidez. Estas experiencias tenían un sentido si eran vertidas a una personalidad superior, susceptible de valorarlas y utilizarlas. En cambio, si esa personalidad hubiese descendido a su vez, confundiéndose con los avatares materiales, ¿a quién hubiesen aprovechado sus experiencias?

Así, al vivir nuestros cuerpos experiencias personales y al ser éstas transmitidas a nuestra virginal parcela divina, ésta empezó a diferenciarse de las demás, ya que unas sabían unas cosas y otras sabían otras. Los espíritus vírgenes dejaron de serlo para convertirse en Egos, detentores de las mismas potencialidades, por ser todos divinos, pero con conocimientos diferentes.

Desde su formación como Espíritu Virgen, diferenciado de Dios en el Primer Día de la Creación, el Ego permaneció en esferas que se conocen con el nombre de:

Mundo del Espíritu Divino

Mundo del Espíritu Vital

Mundo del Espíritu Humano

El mundo del espíritu humano corresponde a las Regiones superiores del mundo del Pensamiento. Cuando nuestro cuerpo físico adquirió el punto deseado de madurez, el Ego descendió hasta él para ejercer su Voluntad. Cuando los tres cuerpos mueren, los átomos-gérmenes respectivos son depositados en el Ego. Esta entrega tiene lugar en la región limítrofe que separa la parte inferior del mundo del Pensamiento de la parte superior.

De esta forma, después de cada vida en la Tierra, los átomos-gérmenes de los tres cuerpos, físico, de deseos y mental, descargan su contenido experimental en el Ego, que aumenta así su caudal de sabiduría. (Para evitar repeticiones de aquí en adelante  hablaremos simplemente de “Ego” pero teniendo en cuenta que Kabaleb se refiere al Ego Superior, no al Ego personal).

A su vez el Ego aporta a los sucesivos cuerpos que va formando la iluminación adquirida en las esferas en que reside, las del triple Espíritu: divino, vital y humano, uniendo de esta forma el saber del cielo al de la tierra.

Escenarios de nuestra vida

Si resumimos en un esquema todo lo dicho sobre los escenarios en que se desarrolla nuestra vida, tenemos que son siete los Mundos que van del físico al de Dios. Su denominación es la siguiente:

1°.- Mundo Físico

2°.- Mundo del Deseo

3°.- Mundo del Pensamiento

4°.- Mundo del Espíritu Vital

5°.- Mundo del Espíritu Divino

6°.- Mundo de los Espíritus Virginales

7°.- Mundo de Dios.

Pero lo relevante es retener que existe una organización macrocósmica muy similar a la que desarrollamos en nuestro microcosmos particular. Resulta poco trascendente recordar nombres cuando lo que interesa es comprender el mecanismo que lo mueve todo para que lo podamos aplicar y que confiera sentido a nuestras vidas.

Cada uno de los Mundos nombrados es esférico, es decir, hecho a la imagen del planeta Tierra. La materia de cada esfera va perdiendo su densidad a medida que se eleva hacia el Mundo de Dios y cada una de esas esferas penetra a la inferior y al mismo tiempo la sobrepasa ampliamente. Es el principio de las muñecas rusas.

Si nuestra vista pudiera contemplar la estructura de la galaxia, veríamos que los mundos que acabamos de describir se sujetan unos a otros como mediante anillas, de manera que la cadena de los seis Mundos está sujeta al Sol, la esfera central, que constituye el Mundo de Dios.

Lo mismo que con los mundos ocurre con los demás planetas de nuestro sistema solar, de manera que el Sol, en su rotación, es el que mueve la noria de las cadenas planetarias. Ningún planeta tiene movimiento autónomo y si un día el Sol dejara de rotar, lo mismo que sucede con las norias de feria, todos los planetas quedarían detenidos en el cielo.

Cada uno de esos grandes brazos planetarios se mueve, sin embargo, a velocidades distintas, de manera que en determinados momentos dos brazos planetarios se juntan en el espacio. Cuando este fenómeno se produce, los astrónomos dicen que los planetas forman una conjunción (se encuentran en el mismo grado del zodiaco). Pero nunca se produce un choque porque las esferas superiores de cada planeta pueden penetrarse entre ellas sin que nada suceda. Las esferas físicas de cada planeta sí podrían colisionar, pero como Dios los ha situado a distancia el uno del otro, el choque físico jamás se producirá.

Vida en otros planetas

Cuando dos planetas se juntan los habitantes conscientes que conforman esas esferas «confraternizan» entre sí y se puede efectuar un transvase de elementos de un planeta a otro, de forma que penetrando por el mundo del Pensamiento, por ejemplo, aparezcan después físicamente en un planeta distinto al suyo. Pero eso solo está al alcance de seres muy avanzados.

Esto significa que hay vida en otros planetas. Sería absurdo concebir una galaxia plagada de planetas y que la vida se hubiera centrado en uno, es como pensar en un campo fértil de mil hectáreas de las cuales se sembrasen sólo diez. Pero en ese sentido los humanos somos muy limitados, nos resulta difícil pensar en otras formas de vida y así determinamos que cuando un planeta carece de oxígeno o de agua, la existencia en él es imposible. Solamente a través del cine somos capaces de imaginar tipos de vida distintos.

Si trasladamos esto a otros dominios, nos damos cuenta de lo difícil que resulta a veces aceptar los planteamientos de los demás, cuando son muy distintos a los nuestros o cuando nos plantean algo en lo que nunca habíamos pensado antes.

Dominar los vehículos

Volviendo a la naturaleza del Ego Superior, al principio, tenía problemas para establecer contacto con sus Cuerpos, que obedecían las leyes del mundo donde se encontraban, en lugar de las que rigen en los mundos superiores donde el Ego reside. Pero con paciencia el Ego fue imponiendo su dominio a sus vehículos y la compenetración entre el Ego y la personalidad material es cada vez más estrecha. Un día vendrá en que el Ego conseguirá hacerse oír plenamente por sus vehículos inferiores y entonces podremos decir que la ley del cielo rige en la Tierra.

Resumiendo, nuestra vida consciente se desarrolla en tres mundos: Físico, de Deseos y del Pensamiento. Nuestro Ego vive en otros tres mundos: las regiones superiores del mundo del Pensamiento, en el mundo del Espíritu Vital y en el del Espíritu Divino. Queda más arriba otro mundo, el de los Espíritus Vírgenes, cuyo acceso todavía está restringido para nosotros. En ese mundo, cada Día de la Creación, Dios concibe una Forma de Vida que entra por primera vez en el torrente de la evolución. 

Ahora mismo, en el mundo de los Espíritus Virginales, se trabaja en la elaboración de una nueva Oleada de Vida, que aparecerá en el quinto Día de la Creación.

La Oleada de vida que aparecerá en el quinto Día ocupará el lugar que ahora ocupan los minerales en la escala evolutiva, pero en ese quinto Día la vida se retirará al mundo de Deseos, el cual tendrá una consistencia distinta a la que tiene hoy, será más compacto, puesto que esa nueva Oleada necesitará condiciones de vida a las que deberemos adaptarnos. Gracias a ella podremos construir órganos para nuestros cuerpos de Deseos. 

Se entiende entonces que el quinto Día de la Creación ya no tendremos cuerpo físico. Pero para eso nos queda un trecho todavía. estamos en el cuarto Día, en la cuarta ronda. Nos faltará pasar, para acabar este cuarto Día, por la 5ª, la 6ª y la 7ª ronda.

Este montaje parece complejo, pero también lo es el funcionamiento del cuerpo humano. ¿Somos conscientes de los procesos que tienen lugar cuando respiramos o de cómo se las apaña el corazón para procurar alimentos a todo el cuerpo? ¿Estamos familiarizados con las obturaciones de la válvula Semilunar, la Mitral o la Tricúspide?

Cualquier proceso parece complejo antes de haber leído la noticia explicativa, pero una vez uno se familiariza, las piezas van encajando.V