Como se ha explicado anteriormente, el alma transita por la cuarta Región, en la cual solo permanecerán los “tibios”, aquellos que quisieron estar siempre en medio, sin “mojarse”, en una posición cómoda, los que tienen por costumbre eludir sus responsabilidades; los que pretenden que otro decida por ellos; los que siempre se quejan sin proponer cambio alguno.
Volvemos aquí a hacer hincapié en la importancia de comprender que este tránsito no tiene lugar solo después de la “muerte”, sino que vivimos continuamente secuencias en las que nuestra vida se refleja en estas regiones. ¿Cuántas veces nos inhibimos en el transcurso de una jornada? ¿Cuántas veces preferimos ser soldados a asumir la responsabilidad del mando? Es un punto para una buena reflexión.
Los demás atravesarán esta cuarta Región como una exhalación, se desgajarán de la capa correspondiente y seguirán hacia la quinta Región, llamada: Vida del alma.
Quinta región
En la quinta Región del mundo de Deseos el alma visualiza de nuevo el panorama de tu vida anterior, pero en los aspectos positivos a nivel emotivo. Allí puedes contemplar el bien que has practicado y sentir la gratitud, el afecto, el amor que has inspirado en los demás. Aquí visualizas las buenas obras realizadas, visionas las escenas en las que has ayudado a los demás y también las que fuimos ayudados. Sientes la gratitud emitida y recibida. Ves así la importancia de apreciar los favores porque generan crecimiento anímico. Parte de tu dicha, en esta región, dependerá de la felicidad que hayas proporcionado. Un gesto amable, una mirada cariñosa, una sonrisa, un espaldarazo en el momento necesario, activará la gratitud ajena.
La fuerza de atracción, activa en estas zonas altas, incorpora a nuestra conciencia ese bien derramado en nuestro paso por la tierra.
Sexta región
Una vez realizada la incorporación a la conciencia de las buenas acciones pasadas, a fin de fortalecerla e impulsarla a obrar con corrección en un futuro, el alma penetra en la sexta Región. Allí puede vivir en un clima de felicidad sin precedentes durante mucho tiempo. En esa Región podrá edificar su casa. El material deseo es extremadamente moldeable y la imaginación bastará para convertir ese material en el hogar con el que uno ha soñado siempre.
En las altas Regiones del mundo de Deseos abundan el color, la luz, las flores, por lo tanto, allí el alma podrá imaginar suntuosos jardines con todo tipo de flores exóticas. Y en esa morada podrá vivir con los seres que ha querido, con los que la han estado esperando y con los que vendrán más tarde, cuando su tiempo de vida física se haya cumplido totalmente.
En esta sexta Región, las personas se reúnen según sus afinidades colectivas, de modo que se juntan las almas de quienes, en la tierra, estaban unidos por un común modo de sentir. Además de la mansión del amor, es también la de la amistad. Y cuanto más dura ha sido la vida que se ha dejado, más alta es la felicidad que se experimenta en esa auténtica tierra prometida.
En un orden práctico, en nuestra vida en la tierra, diríamos que en el momento en el cual la persona, a través de los cambios que realiza en su vida, consigue emerger de las zonas oscuras, cuando su personalidad ha quemado toda la materia que pertenece a las regiones inferiores (emociones oscuras, problemas), entonces actúa con los materiales procedentes de las tres superiores. Cuando esto ocurre, sus asuntos en el mundo físico tienen que dar sus frutos, porque la fuerza de atracción reinante en esas regiones la pondrá en contacto con gente que trabaja en la complementación de su idea. Es posible que el éxito tarde un poco en producirse, en caso de que la persona haya acumulado karma. Pero si persistimos en la acción positiva, nuestro propio impulso movilizará voluntades afines de gentes aún por conocer, que se presentarán de pronto ante nosotros para proponernos llevar a cabo aquello por lo cual estamos luchando.
Eso significa que si conseguimos quemar las emociones y pensamientos sombríos hacia nosotros mismos o hacia el mundo que nos rodea, habremos dado un gran paso. También conviene superar apegos, miedos, inseguridades; subir nuestro nivel de autoestima, alejarnos del derrotismo y del pesimismo. Si superamos estos impedimentos, nuestra vida cambiará y los problemas hallarán fácil solución.
Es evidente que estos cambios no se pueden realizar en un solo día, pero si empezamos por tomar conciencia de la necesidad de aplicar unos parámetros distintos a nuestra vida, tendremos posibilidades de obtener éxitos espectaculares.
Séptima región
Volvamos al paso del alma por las tres Regiones superiores del mundo de Deseos. Mientras en las tres Regiones inferiores, la fuerza de repulsión destruye uno a uno los envoltorios que sirven de vehículo a la vida, en las tres Regiones superiores (5ª, 6ª y 7ª), la fuerza de atracción mantiene la cohesión del cuerpo de deseos de modo que las tres regiones constituyen un mundo unido.
Sin embargo, existe una diferencia esencial entre la sexta y la séptima Región, ya que mientras la primera ofrece la materia-deseo necesaria para vivir en ese mundo: para construir casas, flores, ciudades, formas múltiples; la séptima Región proporciona el material necesario para la inspiración y la contemplación.
Quienes en su vida pasada hayan cultivado las virtudes más elevadas del cuerpo de deseos; quienes hayan proyectado sus deseos hacia lo sublime, bien sea mediante la práctica del arte, la meditación, la plegaria desinteresada, el deseo de lo trascendente; el que con su actitud, su filantropía ha facilitado a los demás el acceso a lo sublime, se encontrará con un cuerpo de deseos colmado de material de esa séptima Región y podrá vivir con intensidad y participar en los trabajos que en tal región se realizan.
La séptima Región del mundo de Deseos es conocida como la Región del Poder del Alma. Ello significa que el alma ejerce allí sus facultades con toda amplitud: los poderes que ha adquirido en su peregrinaje humano, relacionados con los deseos y las emociones. Una de esas habilidades es la contemplación del pasado, tanto el ancestral, o sea, la historia de nuestras vidas, como el reciente, el que se refiere a las personas que dejamos en el mundo físico. En esa región podemos establecer contacto con ellos, sobre todo por las noches, cuando el cuerpo físico de la persona querida duerme, ya que ésta se eleva en sueños al mundo de Deseos y allí podemos contactar.
Pero resulta evidente que el ejercicio de esos poderes requiere de una práctica, es preciso saber ejercerlos y, sobre todo, haber tomado conciencia de la posibilidad de conseguirlo. Los que disponen de un cuerpo de deseos desorganizado, pasan en estado inconsciente por esta región.
Mientras la gran masa vivirá en la sexta Región una existencia feliz y sin problemas, esa élite de la que acabamos de hablar cultivará las virtudes y talentos que ha desarrollado en la pasada existencia y planificará allí su futura vida. Adquirirá facultades de intuición y videncia, ya que en esa región se ofrece a los humanos el «material» que les permite «ver» el futuro.
Allí los pintores realizan fabulosas telas con colores vivos, los escritores encontrarán argumentos para sus futuras obras; los filósofos y estudiantes tendrán acceso a todas las bibliotecas del mundo; los filántropos podrán elaborar sus planes de ayuda para la futura vida… En esa séptima Región el alma prepara su porvenir, estampando en el átomo-germen de su cuerpo de deseos las fascinantes experiencias que allí vive.
Así, una práctica interesante puede consistir en pedir a tus guías, cuando te vas a dormir, que te lleven a la séptima región del mundo de Deseo, para obtener la información y las facultades que necesitas.
Construir el futuro
Uno de los trabajos más importantes que se realizan en esta última Región del mundo de Deseos es el de construir y prefigurar el porvenir, tanto en el ámbito individual como en el colectivo. La dimensión del porvenir es algo vivo en nosotros ya que lo que pensamos, lo que deseamos, será un día nuestra realidad material.
Mientras estamos en el mundo Físico, nuestra imagen del porvenir está perturbada por las ambiciones inherentes a los valores mundanos. En cambio, cuando nos encontramos en la séptima Región, el porvenir que anhelamos se ajusta al pensamiento divino. Las personas que son activas en esa dimensión son las que mueven el mundo, las que participan en su historia futura, las que hacen que las cosas sean distintas en la Tierra.
Cada facultad que poseemos es el fruto de un trabajo y las personas que ahora ven el futuro, los clarividentes, son las que han estado trabajando en esa región. Algunas desperdician esa facultad: son las que viven grandes desniveles en la edificación de su vida y si por un lado se han elevado, otros aspectos de su personalidad se han quedado en los cimientos.
El Dios de nuestro sistema solar tuvo un cuerpo de deseos en un pasado estado evolutivo y, aun sin estar obligado a vivir en ese cuerpo, desciende voluntariamente a esa séptima Región todos los días y se puede establecer contacto con él cuando en el punto geográfico en que residimos es medianoche (hora solar).
Esta es la razón por la cual en las antiguas escuelas iniciáticas, se sugería a los discípulos que se acostaran temprano y solicitaran, en voz alta antes de dormirse, que sus guías los acompañasen a la séptima Región del mundo de Deseos, en la que Jesús visita a los justos en el Jardín del Edén. El que está despierto (en esa Región) recibe la iluminación.
El hecho de estar activos en esta Región después de muertos, el trabajo que podemos realizar durante el tránsito por las distintas regiones del mundo de Deseos, depende de la actitud que hayamos mantenido durante nuestro paso por la tierra. Si en nuestra vida física mantenemos una postura abierta, de activa participación; si buscamos siempre nuevas experiencias, sin dormirnos en los laureles cuando las circunstancias son propicias; si procuramos potenciar la creatividad y ser innovadores, tenemos todas las garantías de poder acceder a esa séptima Región.
Los habitantes de la séptima Región reciben todos los días ese formidable impacto espiritual que les infunde la comprensión de las leyes del mundo y que les permitirá, en una futura vida, ser auténticas luces que iluminen el sendero.D