El Código Hebraico

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3.- El Ghimel

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La tercera letra-fuerza es el Ghimel, que representa la exteriorización de las energías del Aleph concentradas en el Beith. El Séfira que la representa es Binah. A través del Ghimel, el designio divino se exterioriza, se hace visible, siempre utilizando al ser humano como instrumento inconsciente. 

De modo que en esa primera etapa, representada por las tres primeras letras, en el Aleph Dios hace concebir a la persona un propósito que ella ignora y la impulsa a actuar de acuerdo con él. En el Beith hace que la persona, con su modo interno de comportarse, sea obediente a ese propósito, y en el Ghimel lo exterioriza a través de sus obras, de sus palabras, de su mente, de su acción social.

En el Ghimel la persona siente el impulso de transmitir algo, de compartir una verdad, de demostrar algo de lo que todavía no es totalmente consciente. Podríamos decir que el Ghimel nos transmite la necesidad de vender un producto que nos viene del más allá y del que desconocemos sus principales cualidades. El Ghimel te impulsa a sacar lo que tienes dentro.

Para que esa exteriorización sea posible, la persona deberá adaptarse al contexto social, humano, en el que se halla inserta. La ley de Binah, de la renuncia o limitación, será activa en el Ghimel. La clave será, reducir para consolidar.

En función de ese contexto social el mensaje, el producto que se exporta será más o menos elevado. Pero sea como fuere, tendrá que seguir una reglas, unas normas, marcadas por su madre Binah.

Bajo la fuerza del Ghimel la persona sentirá ciertas limitaciones y si su nivel evolutivo es bajo, la activación del Ghimel marcará un periodo en el que se sentirá coartada, limitada en sus movimientos, en su expansión. Pero no debe entenderse como algo negativo, sino como la parada en el camino que permite al caminante reponerse de la primera parte de su recorrido.

A nivel de Elementos, el Ghimel representa el tercer estadio del Fuego, que podemos definir como luz que se proyecta para convertirse en creación. Como plasmación inicial de un impulso que deberá seguir un largo recorrido hasta convertirse en algo estable.

En el ciclo zodiacal, el Ghimel corresponde al signo de Sagitario, que es el tercer signo de Fuego y también el número 3 en el orden de manifestación zodiacal. Representa la exteriorización de las leyes, de las normas de conducta, de la espiritualidad. Y ya sabemos que el 3 es portador de resultados.

En el orden planetario, el Ghimel corresponde a Saturno, segundo de los planetas emanados de la nebulosa central. Saturno realiza, con las fuerzas del Ghimel, funciones formadoras, convirtiendo la luz en realidades tangibles, creando situaciones concretas, las cuales son administradas por su «hijo» Júpiter, que es el regente del Sagitario instituido.

En el Tarot, el Ghimel aparece bajo la imagen de la Emperatriz, imagen femenina que indica que el Ghimel actúa a través de la imaginación, que es una fuerza femenina y que es con ella que se efectúan las cristalizaciones en el mundo material. 

Por otra parte, siendo la Emperatriz la expresión gráfica de Binah, la matrona que concibió nuestro universo físico, no podía ser más que una mujer con poderes, tal como lo manifiesta la carta.

La Emperatriz o el Ghimel significará, pues, al aparecer en tu juego, que un propósito espiritual se encuentra en su fase de exteriorización y ello ha de catapultarte lejos de tu realidad actual: te llevará a otro terreno, a otra dimensión, ya que la expresión de una fuerza espiritual, que hasta entonces había permanecido oculta, no puede pasar desapercibida en la vida, tiene que notarse. 

Esa exteriorización se presentará, quizá, bajo la forma de un viaje, de un traslado, de un cambio, ya que a la lejanía psíquica respecto al estadio anterior corresponde a menudo una lejanía física. De ahí la asociación de Sagitario y la Casa IX, que se corresponde con los viajes. 

No hay que entender propósito espiritual de una forma limitada, porque es un concepto muy amplio. Significa un nuevo propósito, ya que todo arranca a partir del Elemento Fuego, que es el primero de los Elementos de nuestro universo.

La Emperatriz ha de anunciar siempre una nueva ruta que se abre en virtud de la acción divina. La persona no es aún consciente de las fuerzas que la impelen a moverse, es como si fuera en piloto automático. Siente únicamente la necesidad acuciante de acometer nuevas empresas, de cambiar de dirección, de dejar atrás ciertas dinámicas. 

Notemos también que el propósito espiritual no conlleva forzosamente una acción en el sentido de la moral, de la fe, ya que si el destino de la persona exige experimentar lo violento y lo cruel, la fuerza espiritual que lo mueve le impulsará hacia ese tipo de experiencias, que su acción pasada (karma) habrá convertido en necesidad. Tal vez resulte más comprensible el significado del Ghimel si sustituimos la expresión “designio divino” por “designio de nuestro Ego Superior, de nuestro jefe interno” puesto que es el Ego quien ejecuta la política divina en cada uno de nosotros.

Todo propósito espiritual, para realizarse en el mundo físico, necesita «oscurecerse», necesita un ropaje material con el que cubrirse. El Ghimel representa esa luz rodeada de tinieblas, la encarnación de lo divino en lo humano. En los misterios cristianos, es María sacando de sus entrañas al sublime Redentor. La Emperatriz anunciará, pues, que la redención está en marcha.

Veamos lo que decía Kabaleb en su libro de interpretación de los evangelios sobre el trabajo del Ghimel:

Si una persona no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios, le dice Jesús a Nicodemo. Es decir, la espiritualidad no es algo que podamos conquistar por la vía de la cultura y del estudio. Al contrario, la cultura nos aleja del Reino, por cuanto representa un acopio de datos tendientes a dar coherencia al mundo material en que vivimos, sin necesidad de integrar en él los mundos espirituales que lo alimentan y permiten su existencia. Para ver los mundos esenciales, los que suministran la esencia, es preciso nacer en ellos y seguir todo el itinerario que se ha seguido para aprender las cosas del mundo material. Entonces los contornos de ese mundo irán apareciendo y podremos contemplarlos con toda su coherencia, del mismo modo que contemplamos el mundo físico. Ese nuevo nacimiento formará en el ser humano los órganos de percepción adecuados para poder ver, oír, sentir, etc., esos otros mundos. Ese nacimiento en agua y en espíritu, o sea en el mundo del deseo y en el del pensamiento, puede tener lugar a cualquier edad, tanto en el hombre viejo como en el joven”.

En algunas escuelas iniciáticas, el Ghimel, es decir, la letra G, aparece en el centro de un triángulo. El triángulo es la primera figura tangible que ofrece una forma concreta, porque es la que se corresponde con Binah, el Séfira de la estructura. 

Nos revela la Cábala y lo vemos en el Génesis, que Dios no creó el universo inferior en el que nos movemos hasta que su tercer centro, Binah, entró en actividad. La tercera letra ha de ser, pues, indicadora de creaciones a nivel inferior. A veces, esta letra G es sustituida en el centro del triángulo por un ojo del que se desprenden unos rayos luminosos que dispersan unas nubes cubriendo el paisaje. Se quiere simbolizar así la luminosa acción divina que disipa las brumas de las situaciones materiales. 

La aparición de la Emperatriz o del Ghimel en un juego ha de significar, pues, una claridad aportada por la intervención de la inteligencia divina en los asuntos humanos, aunque esa claridad, como ya hemos apuntado, tome la forma de un oscurecimiento pasajero.

El Ghimel puede representar también la exteriorización de una realidad, es decir, un proceso que llega a su fin, que sale a la luz, que se hace ver. Cuando se activa, algo está a punto de cambiar en tu vida, abre bien los ojos.

Claves: Creaciones, acción, orden, exteriorizar energías, acción social, formación, concreción, cristalización, exportar propósito espiritual, claridad por contraste, cambio, transformación, nuevo nacimiento.

Si quieres que el Ghimel actúe en tu vida y mueva alguna de sus claves, dibuja la letra en un papel, luego escribes en la parte de atrás lo que quieres conseguir.

Pliega el papel y lo pones cerca de tu documento identidad hasta que se cumpla. Lo mismo puedes hacer con cualquiera de las letras.