El Código Hebraico

0 de 29 lecciones completas (0%)

Las Letras hebraicas – el Código Hebraico

No tienes acceso a esta lección

Por favor, inscríbete o accede para acceder al contenido del curso.

Preámbulo

Antes de empezar este curso quiero comentarte el orden que siguió Kabaleb al escribir su obra, para que tú puedas seguirlo también, si lo deseas. Empezó por Iniciación a los Misterios de la Vida, que te explica los entresijos de la vida y la muerte y te brinda claves para entender mejor lo que vendrá a continuación. Después continuó con la astrología, con el Curso Inicial a la Astrología Cabalística, que te introduce directamente en la Astrocábala. Puedes seguir con esta introducción al código hebraico, para conocer un poco las letras hebraicas. Después Kabaleb se zambulló en Los 72 Genios de la Cábala. Después se lió la manta a la cabeza y escribió la Interpretación Esotérica de los Evangelios. Luego puedes seguir por el estudio del Árbol Cabalístico. Y puedes continuar tus estudios astrológicos con Los Signos y sus Decanatos. Los demás cursos los iré poniendo en línea.

Introducción

En nuestro universo existen 22 fuentes de energía primordial, 12 de ellas provenientes de los 12 signos del zodíaco y las otras diez provienen de los diez Sefirot de El Árbol Cabalístico.

En la revelación dada a Moisés y que constituye el cuerpo de la Cábala, esos 22 estados de la energía fueron simbolizados en 22 signos que constituyeron las 22 letras del Código Hebraico. Es decir, constituyeron la lengua del pueblo elegido, que como ya sabemos, corresponde a un pueblo espiritual, aquel que en un momento dado fue capaz de recibir el Cuerpo del Pensamiento y el que ahora, en nuestros días, es capaz de comprender ese lenguaje del que ahora vamos a hablar.

Las 22 letras dieron lugar a una lengua que permitía al pueblo de Israel entenderse físicamente, cierto, pero el auténtico lenguaje del pueblo elegido es espiritual, de modo que esas 22 letras-fuerza constituyen la lengua que nos permite hablar con Dios, con nuestro Dios interno y comprender sus designios y los programas de trabajo en los que nos pone a trabajar. 

Correspondiendo cada letra a un estado energético, las letras que componen una palabra han de expresarnos, además de la fonética de la palabra en sí, una relación de fuerzas. Esa relación puede ser armónica y en ese caso portadora de estabilidad, de coherencia y por lo tanto, de duración. O puede ser inarmónica y en tal caso las fuerzas que integran la palabra no se complementarán o incluso se destruirán entre sí por corresponder a estados de energía muy distintos, incompatibles. Si esto ocurre, aquella palabra anunciará una destrucción o simplemente una irrealización, algo que pretendía ser y que no será porque no se ajusta a las divinas normas.

Esta lengua nos permite comprender los designios de Dios, decíamos y los entenderemos descifrando, con este procedimiento, los nombres divinos y humanos que aparecen en la Biblia y en la Cábala. ¿Qué significa Jehová? ¿Kether? ¿Hochmah? ¿Binah? ¿Qué quiso decirnos Jehová por mediación de Moisés al anunciarnos que Adam y Eva tuvieron un hijo llamado Abel? ¿Y qué significado tiene el que de Abraham naciera Isaac y de este Jacob? Lo sabremos si estudiamos la combinación de fuerzas activas en esos nombres, a través de las letras que los componen, y veremos así cómo de una determinada fuerza nace ineludiblemente otra.

Las 22 letras del código hebraico constituyen la lengua que nos permite hablar con Dios, con nuestro dios interno, con esa energía interna que fluye en nosotros.

Cuando conectamos con esta energía interior, recibimos información que procede del núcleo, de la base de nuestro ser y esa información es certera.

Las letras del código hebraico son energías en acción, son fuerzas que están a nuestra disposición para que las utilicemos en las actividades diarias.

Si el estudio de las 22 letras hebraicas nos permitiera comprender el proceso creativo de la acción divina en el mundo humano, el conocimiento de la lengua divina ya constituiría un instrumento de supremo valor. Pero sus significados van mucho más allá.

Nosotros mismos somos agentes transformadores de esas fuerzas y con nuestro maniobrar humano alteramos su orden natural. 

Perdidos en un mundo de valores establecidos por nuestros propios errores, nos cuesta saber si haciendo esto o aquello estamos obrando conforme a la ley divina o sirviendo objetivos puramente personales. 

El conocimiento de la lengua divina nos ayudará a saber si nos desviamos de nuestra ruta espiritual o si seguimos firmemente en ella, nos facilitará pistas.

Como sabemos que todo está en todo, cada una de las letras del código hebraico está relacionada con uno de los centros del Árbol de la Vida, desde Kether hasta Malkuth. También están relacionadas con un signo del zodiaco siguiendo el orden del zodiaco constituyente, el que se mira por Elementos y algunas con un planeta, según su regencia en el Árbol.

Las letras se distribuyen en tres filas de nueve letras cada una, para distribuirse en cada uno de los nueve Sefirot que van de Kether a Yesod,  que son los activos, ya que Malkuth es la plasmación y el arranque de un nuevo inicio. Encontraremos en el código 22 letras-fuerza más las 5 letras finales que son repeticiones. 

La primera fila (del Aleph al Teith) corresponde, en su conjunto, a Kether, la segunda (de Yod a Tsade) a Hochmah y la tercera (de Qof a Tsade final) a Binah. Al mismo tiempo, la primera fila corresponde a la fase Yod del nombre de Jehová, la de arranque. La segunda a la fase He, la de interiorización. Y la tercera a la fase Vav, la de la exteriorización. 

También podemos leerlas e interpretarlas según la columna y así, por ejemplo, el Aleph representará una plantación. El Yod, que está debajo, en la segunda fila, una interiorización de la energía del Aleph. Y el Qof, que está debajo en la tercera fila, una exteriorización de la energía del Aleph.

Las letras también siguen el orden de los signos del zodíaco constituyente, el que se rige por el orden de los Elementos (Aries-Leo Sagitario, Cáncer-Escorpio-Piscis, Libra-Acuario-Géminis y Capricornio-Tauro-Virgo. Con una letra puente entre cada Elemento. 

Así, las tres primeras letras (Aleph-Beith-Guimel) corresponderán a Aries, Leo y Sagitario y la cuarta, el Daleth, será la que marca el tránsito entre el ciclo de Fuego y el de Agua, hará las funciones de puente. Las letras 5, 6 y 7 (He-Vav-Zaín) se corresponderán con Cáncer, Escorpio y Piscis. La ocho, el Heith, es el tránsito entre el Agua y el Aire. Las 9, 10 y 11 (Teith-Yod-Khaf) corresponderán a Libra, Acuario y Géminis. La 12, el Lamed, es el tránsito entre el Aire y la Tierra. Las 13, 14 y 15 (Mem-Noun-Samekh) son las que corresponden a Capricornio, Tauro y Virgo. 

Con la 15 se acaba el ciclo zodiacal y a partir de las 16 ya no tienen regencia los signos. La 16, el Ayn, representa la transición, el puente entre el elemento Tierra y un nuevo ciclo, es lo que podríamos llamar la salida de la sinagoga mundana. 

Cada cambio de ciclo, es decir, de fila, marca el inicio de una nueva realidad, de un nuevo nivel.

Este texto pretende solo ser un acercamiento a la interpretación del código hebraico, un punto de inicio, la base de un trabajo más profundo que deberá realizar cada persona por su cuenta. Solo pretende acercarte a una forma de interpretar para que, viéndole la lógica del sistema, te animes a ir más allá. En el mercado encontrarás miles de interpretaciones de las letras del código hebraico y esta es una más. Lo que quizá destaca de esta interpretación de Kabaleb es la coherencia que tiene en relación con el resto de la obra y en toda su obra encontrarás esa coherencia.

También presentamos otro punto de acercamiento que ha sido menos trabajado, la relación de las letras-fuerza del código hebraico con los arcanos mayores del tarot.

La bondad divina nos ha legado un libro al que se le han dado diversos nombres. La tradición lo conoce como el Libro de la Rota o de la Ruta. Cambiando la fonética y el orden de las consonantes sale el nombre de Tora, que significa ley; pero su nombre más divulgado es el de Tarot.

El Tarot tradicional es un libro formado por 22 imágenes, conocidas con el nombre de Arcanos Mayores, cada una corresponde a una de las 22 letras del Código Hebraico, o sea, que cada lámina representa un estado energético. Así que no solo podemos utilizar las letras del código hebraico para interpretar los libros sagrados y a través de ellos nuestra historia, sino que también podemos utilizar esa fuente de información en otro sentido.

Realizar una consulta de este Libro de Ruta, antes de iniciar una acción determinada, nos ayudará a saber si lo que vamos a emprender es conforme o no a las necesidades de nuestro destino. ¿Cómo podemos llevar a cabo esta consulta?

En primer lugar, nos haremos con una baraja del Tarot de Marsella. Después nos aislaremos en un lugar de la casa donde nadie pueda interrumpirnos, tomando entre nuestras manos los 22 Arcanos Mayores del Tarot, o sea, el juego de cartas. Luego nos concentraremos sobre el asunto objeto de nuestra consulta, como si de algo sagrado se tratase, ya que todo cuanto hacemos, se trate de amores, de dinero o ambiciones, tiene, en último análisis, un cariz sagrado, puesto que sea lo que sea comprometerá un espacio de nuestra existencia. 

Ya concentrados sobre el objeto de la consulta, mientras invocamos la ayuda de Kether, de Hochmah y de Binah, lo que equivale a decir del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, iremos desplegando las cartas encima de la mesa, boca abajo y moviéndolas con las dos manos; Este movimiento corresponde al caos inicial. Siempre sin dejar de pensar en lo que motiva la consulta, se recogerán las cartas con la mano derecha, poniéndolas en la izquierda y se procederá a barajarlas con la mano derecha, sujetándolas con la mano izquierda: es el proceso de ordenación propio de la sabiduría de Hochmah. Luego, dejándolas encima de la mesa, se cortan con la mano izquierda, representante de Binah, hacia la izquierda, que es donde mora nuestro corazón.

Efectuadas todas estas operaciones, se echan cuatro cartas, que se corresponden con el nombre divino, el de Jehová, Yod-He-Vav-He, boca abajo, y al proceder a su interpretación se van volviendo boca arriba. La primera carta nos hablará de la fase de Fuego, la de inicio. La segunda de la fase de Agua, de la emocional. La tercera de la de Aire, de la mental y la cuarta de la fase de Tierra, del resultado final que obtendremos.

También se puede echar una sola carta, lo cual resultará más sencillo de cara a la interpretación. 

La interpretación se realizará tomando como base las 22 letras del código hebraico que analizaremos a continuación. Y para ello hemos añadido una pequeña interpretación de la carta al final de cada una de las letras.

La mala comprensión de la lengua divina ha dado lugar a todo tipo de prostituciones y así vemos cómo a menudo numerosas echadoras de cartas venden una ciencia sagrada que no conocen. No es que sus resultados sean inciertos, ya que en cuanto se atribuye un valor determinado a una imagen, se crea un artificial que lo relaciona con la realidad que se le atribuye, de modo que se pueden anunciar, mediante falsos sistemas, hechos ciertos que se producirán o no se producirán. Lo que no hará el falso sistema será indicar al alma si aquello es conforme a su programa de vida o si no lo es. Así podemos encontrar en el mercado tantas interpretaciones como tarotistas.