Con este curso se aborda la continuación de la Astrología Cabalística, creada y desarrollada, en gran parte por Kabaleb. Las ideas y conceptos que se vierten en él, en su mayoría, y como casi todos los que manejaba Kabaleb, son absolutamente revolucionarios respecto a los conceptos astrológicos tradicionales.
Kabaleb ha sido, en efecto, uno de los máximos creadores y desarrolladores de una nueva disciplina que arroja una luz extraordinaria sobre la ciencia de las estrellas; nos referimos a la Astrología Cabalística. Ambas, Astrología y Cábala, existían desde tiempos inmemoriales, pero, que sepamos, nunca habían sido fundidas en un solo sistema de una forma tan lógica y coherente.
El análisis de los signos del Zodiaco, Decanato por Decanato, bajo el enfoque cabalístico es algo que nunca se había hecho anteriormente. Este estudio se basa en la ley del Yod-He-Vav-He y en la aplicación de la Ley de la Reencarnación, sin la cual poco podíamos entender acerca de todo cuando nos ocurre en la presente existencia. Desde esta óptica, cada Decanato es como una “asignatura» que es preciso aprobar para poder pasar a la siguiente, porque en la «escuela de la vida» imperan las mismas normas que en cualquier centro académico, según el principio hermético «Lo de arriba es igual a lo de abajo, y lo de abajo es idéntico a lo de arriba».
El recorrido que Kabaleb nos ofrece por los treinta y seis Decanatos del Zodiaco, constituye, pues, un fantástico viaje que nos permite visualizar en ocasiones paisajes que, habiendo pertenecido a nuestro pasado ancestral, nos ayudan a comprender el presente, pudiendo así influir sobre el futuro.
Los detractores de la Astrología la critican por su carácter, -según dicen-, determinista, pero en realidad, los astros solo te inclinan, no obligan. El cosmos ofrece a cada ser humano un marco de actuación que él puede amueblar según su conveniencia. Nuestra libertad de acción dentro de este marco es muy grande, por lo tanto nuestro futuro nos pertenece.
Lo único que nos obliga y nos limita no es una intervención externa divina o de cualquier otra índole, sino nuestras propias actuaciones, los errores que hemos cometido bajo el estandarte de nuestro libre albedrío, y ello constituye el cuerpo de lo que hemos llamado karma. El determinismo (generalmente mal entendido) no es más que la aplicación de la «causa y efecto», no un capricho de los astros.
Kabaleb nos legó una gran obra (más de treinta libros), pero lo inmenso de su trabajo es que cada uno de sus tratados puede a su vez desmenuzarse, creando hijos, los cuales aspiran, -evidentemente-, a superar a su padre.
Tristán Llop