Sagitario es el tercer signo del Zodiaco constituyente (por Elementos) y el noveno del constituido. Pertenece al Elemento Fuego en su fase exteriorizadora. El designio espiritual que penetró en el ser humano por la puerta de Aries y fue interiorizado en Leo, sale a la luz en Sagitario. Este designio es en realidad un programa de actuación, un conjunto de leyes comunicadas por la divinidad al ser humano, el cual no es consciente de su existencia, no llevándolas inscritas en él; pero al atravesar la etapa sagitariana, una vocecita que viene de lo más profundo de su ser le dice que, de una manera u otra, su programa humano consiste en exteriorizar estas normas-designio, en sacarlas a la palestra para darlas a conocer, de forma verbal o simplemente a través de su comportamiento.
Sagitario, como tercer signo de Fuego, vuelca al exterior los valores morales para ordenar y reordenar nuestra tierra humana y proceder después a la ordenación de toda la sociedad. Es nuestra divinidad interna la que se expresa a través de este signo, y todos los años, cuando el Sol lo ilumina, Dios pasa revista a su obra y le da los retoques esenciales para que el mundo pueda seguir marchando; los encargados de esta labor son los nativos de Sagitario, los escuderos divinos.
Así pues, su trabajo esencial es el de hacer que en la tierra todo funcione como en el cielo, y para que puedan llevar a cabo esta labor, el Medio Cielo o Casa X de Sagitario, ha sido colocado en Virgo, que es el signo de síntesis final, el que da poder y autoridad para intervenir en todos los procesos humanos. Y así, mientras los demás signos ven limitada su acción a un dominio concreto, los nativos de Sagitario pueden actuar en cualquier ámbito como si fuera suyo y pueden triunfar en cualquier tipo de empresa.
Hemos dicho que este nativo es el que hace las leyes, y una ley es, a cualquier nivel, un instrumento que determina el funcionamiento de una entidad, trátese de una empresa, un país, un organismo físico, una sociedad o del universo entero. Por tanto, según su grado de evolución o bien de instrucción, el Sagitario se ocupará de organizar y establecer el código deontológico de una empresa, de legislar desde el parlamento, de restablecer mediante el ejercicio de la medicina los organismos enfermos cuando las leyes de las que depende su correcto funcionamiento hayan sido violadas. También puede dictar o pregonar códigos morales o sociales, por lo que lo más natural es que sea filósofo o moralista. Y si es capaz de captar las vibraciones profundas del signo en toda su amplitud, será el pregonero de las leyes eternas, no las que atañen a una sociedad en particular, sino las que rigen el funcionamiento del cosmos.
Si sabe estar a la altura de su delicada misión, a través de él el ser humano podrá prescindir de todas las demás funciones sagitarianas: todos seremos nuestro propio legislador, nuestro propio moralista o nuestro propio médico, porque al conocer y comprender todos los engranajes de la máquina cósmica, dejaremos de vulnerar sus leyes.
Es por ello que el puesto ideal del Sagitario está en la política, porque es a través de ella como se puede reordenar más fácilmente la sociedad, y de hecho, muchos son los hombres de estado y de gobierno que han nacido bajo el signo de Sagitario.
Pero es difícil asumir el papel de escudero de Dios, de abanderado de la providencia, y así sucede que muchos de los sagitarianos con poder, en lugar de recibir la inspiración de la divinidad, la reciben de las jerarquías que actúan desde el abismo, y las virtudes espirituales les llegan pervertidas: entonces el principio de libertad se convierte en servidumbre, y la igualdad se transforma en orden jerárquico, dando lugar a la casta de dictadores que en el mundo son y han sido.
Todos los signos encierran una misión divina, que cada uno debe llevar a cabo según su idiosincrasia particular, pero Sagitario ocupa un lugar especial en este sentido, ya que se trata de dar salida al Elemento más sublime y más creativo de la divinidad: el Fuego. Y quizá esa condición especial también sea debida a que el planeta regente es nada menos que Júpiter-Zeus, el rey incontestable del Olimpo, la entidad que simboliza el poder en el Zodiaco.
Debido a esta distinción especial, a al que podríamos quizá aplicar el término de «superioridad sagitariana», a este nativo le costará muy poco situarse en un pedestal, el cual será tanto más real y palpable en cuanto se aleje de su verdadera misión. No le gusta viajar por la vida en clase turista.
En la medida en que no sea consciente de su programa humano, o bien no lo realice (teniendo en cuenta que uno puede no ser consciente y, sin embargo, cumplir su misión), el deseo de honores, pleitesías, reverencias y reconocimiento social será más acuciante. Sentirá que le toca de alguna manera estar por encima del común de los mortales, y si no sabe estarlo realmente a nivel espiritual, lo intentará a nivel social.
Si su Sol (o su Ascendente, si lo tiene en Sagitario) recibe aspectos disonantes, la necesidad de ser adulado y admirado adquirirá tales proporciones que puede llegar a hacerle perder la objetividad y el sentido de la realidad. Siguiendo este razonamiento, en la medida en que el nativo no cumple con su obligación moral de ser el inductor a una vida más amplia, a una mayor libertad interior, a una conciencia más profunda de las cosas, de ser el alumbrador de un nuevo mundo, entonces, al no producirse por dentro, el desplazamiento, el cambio, tendrá lugar por fuera. Así nuestro personaje se convertirá en un viajante empedernido, permanentemente movilizado en pos de un más allá que le descubrirá nuevos paisajes físicos, cuando lo que en realidad necesita es un cambio de panorama interno. En este sentido, podríamos afirmar que el viaje físico es casi siempre debido a la incapacidad, por parte del ser humano, de mover sus estructuras internas para producir el cambio anímico que le permitiría cumplir con su programa vital.
Las cualidades y defectos del nativo de Sagitario serán siempre muy pronunciadas, en él no hay lugar para las medias tintas. Es capaz de demostrar una gran lealtad. Su caballerosidad, su jovialidad y su simpatía harán las delicias de las reuniones mundanas.
A un nivel u otro, siempre gozará de cierto prestigio. Su espíritu es abierto y por encima de todo está siempre poseído por un ansia casi bulímica de libertad. Ponerle trabas o limitar su campo de actuación, o bien encerrarle entre cuatro paredes, reales o ficticias, será la peor afrenta a la que se le pueda someter.
Su parte oscura se caracteriza por una marcada tendencia a la rebelión contra el orden establecido: el de la familia, el del ejército (cuando cumple el servicio militar), el de la empresa cuando trabaje, o el de la sociedad entera; o bien puede tratarse de una rebelión filosófica en contra de ciertos conceptos o ideas.
La tendencia a la dispersión por exceso de actividad, a cometerse el oxígeno de los demás, a la arrogancia, a la imprudencia y la prepotencia serán los reproches que más a menudo recibirá este nativo. En casos extremos, apoyándose en la iluminación divina de la que se siente poseedor, intentará imponer sus criterios por la fuerza, sin dejar a los demás la opción de disentir de ellos, configurando el perfil del fanático, del caudillo o del dictador (Pinochet y Franco pertenecían a este signo).
Pero, aunque no llegue a estos extremos, este nativo siempre procurará ejercer cierto control sobre su entorno. La Astrología convencional atribuye a los sagitarios un poder curador innato, y dice que entre ellos se encuentran los mejores médicos, empezando por el centauro Quirón, que aparece en el emblema del signo. Y así es, en efecto: Dios va reparando su obra a través del signo de Sagitario y los nacidos en él son los instrumentos de esa reparación. Por consiguiente, estos nativos son portadores de salud; a cualquier persona enferma le conviene acercarse a unos de ellos, colocarse dentro de su aura porque no tardará en sentirse mejor.
Primer Decanato de Sagitario
Cubre los grados que van de 0 a 10 del signo, es decir, los nacidos del 23 de noviembre al 2 de diciembre (aproximadamente). Es el Decanato Yod, en analogía con Aries, de modo que está regido por Marte, que es al mismo tiempo el planeta regente de Aries. En el orden sefirótico, Netzah es la fuerza activa. En el Tarot, es el domicilio del 7 de bastos. Es un Decanato de recapitulación o pasado-pasado.
Se trata pues de un Decanato de recapitulación de los trabajos correspondientes a Aries no llevados a cabo enteramente en su momento. En Sagitario, el designio que penetró en nosotros por la puerta de Aries, y se interiorizó en nuestro ser corporal en Leo, se exterioriza dando lugar a una creación que modifica el panorama del mundo en el cual nos movemos. Si el trabajo correspondiente a Aries no ha sido efectuado, no habrá podido llevarse a cabo la interiorización correspondiente a Leo y por lo tanto poca exteriorización podrá tener lugar.
La nota-clave de Aries es Voluntad; la de Sagitario es Inteligencia Transcendente. Las dos notas unidas darán una extraordinaria voluntad de servicio a la exteriorización de la inteligencia divina que la persona lleva dentro.
Los sagitarianos del primer Decanato, en un momento de sus vidas, experimentarán la necesidad de ponerse al servicio de su Yo superior y lo dejarán todo para emprender una obra espiritual, de la que quizá no sean muy conscientes, porque en el estado evolutivo actual no entendemos demasiado los designios de nuestro Yo superior, la acción de este Sagitario puede dejar una profunda huella en la sociedad de su tiempo.
En este primer Decanato tendrán que ser realizados a la vez los tres trabajos: 1º: Formación de la semilla. 2º: Interiorización en nuestra tierra corporal. 3º: Exteriorización de cara a la sociedad. Esta triple tarea exigirá una mano dura.
Al estudiar el primer Decanato de Leo hemos visto cómo la bondad infinita de Hochmah y Hesed guiaban los trabajos; pero Sagitario se encuentra bajo los auspicios de Binah por ser el tercer signo de su Elemento, y aunque Netzah sea la fuerza sefirótica activa y Júpiter rija el signo, Binah y Marte conjuntamente sabrán ajustar las cuentas a esa persona que ha desaprovechado por dos veces consecutivas las ocasiones que le fueron dadas. Sobre ella recaerá el rigor de la ley y el látigo de la necesidad flagelará sus espaldas.
Será este, pues, un Decanato de grandes trabajos y el adscrito a su programa no disfrutará de mucha tranquilidad. Su afán de iniciar, de ordenar y de transformar le llevará a liquidar los negocios que podrían aportar a su vida estabilidad, ya que al renacer en ellos la fuerza iniciadora, le llevará a desinteresarse de lo iniciado anteriormente. Así su vida será un constante ajetreo, una batalla ganada y abandonada para abrir otro frente. Estará siguiendo un curso acelerado que no les dejará tiempo libre. Vivirá permanentemente con la impresión de no disponer de tiempo para sus múltiples propósitos. Todo le interesará, todo lo experimentará y nada permanecerá mucho tiempo en sus manos.
Los últimos serán los primeros, dijo Cristo, anunciando una regla muy activa en el universo, y estos rezagados del primer Decanato de Sagitario, mediante una vida llena de experiencias, pueden trepar, desde el valle en que vivían, a las más altas cimas de la espiritualidad. Nada como el latigazo de la ley para despertar las conciencias dormidas. Árboles aparentemente estériles se ponen a dar fruto y ello sorprende a la sociedad que los rodea, como sorprenden esas plantas tropicales que se ven bajo la lluvia.
Partiendo de una infancia o juventud turbulenta y agitada, en la que pasan a menudo por alocados, -etapa Aries-, entrarán en un período de silencio y apatía, -etapa Leo-, para desembocar en una acción prudente y sabia en la etapa correspondiente a Sagitario. Pero si su vida puede dividirse en esas tres grandes etapas, se producirán constantes micro-ciclos en los cuales todo ello sucederá a gran velocidad.
Los sagitarianos del primer Decanato, por sus conocimientos del espíritu de las leyes, son excelentes en la actividad de consejeros: consejeros de empresas, pero también de particulares, de personas: en crisis, sean matrimoniales o individuales, o incluso de países en crisis, como lo demostraron serlo los estrategas W. Churchill en Inglaterra o De Gaule en Francia. Su Casa X en el primer Decanato de Virgo los conduce a empresas que están viviendo su fase terminal, a las que pueden inyectar una nueva vitalidad, salvándolas del naufragio, ya que Sagitario es el salvador por excelencia. Pero siendo personas al servicio de su Yo superior, estarán ahí donde ese Yo les mande, según las necesidades de la providencia y del destino individual de las personas de su entorno.
Hagan lo que hagan, podemos tener la seguridad de que están cumpliendo con una función transcendente.
Los buenos aspectos articularán felizmente los distintos períodos, haciendo que los trabajos se desarrollen en circunstancias favorables.
Cuando en este sector de su Horóscopo se forman malos aspectos, los sagitarianos mandarán su mensaje de forma arbitraria o bien con excesivo rigor, y harán que los trabajos desarrollen en circunstancias conflictivas, dramáticas, cuando los malos aspectos procedan de Saturno-Marte-Mercurio. El latigazo de la ley será un auténtico latigazo que impulsará a esta clase hacia la ineludible meta que les ha sido asignada. En cambio, la persona actuará con demasiada permisividad cuando los malos aspectos procedan de Urano-Júpiter-Venus. Ello sucederá igualmente cuando haya buenos aspectos en el tema natal paro se formen disonancias por tránsito, entonces la personalidad de los sagitarianos se verá alterada por el tiempo que duren los malos aspectos.
Pero aún así, como Sagitario se encuentra bajo el gobierno de Júpiter que exalta optimismo y bondad, su rigor nunca será excesivo y su tiranía resultará normalmente llevadera para los demás. Manuel Fraga Iribarne tenía el Sol y Venus situados en el primer Decanato de Sagitario.
La principal asignatura que deben aprender los nativos del primer Decanato es que la voluntad es el motor de todas las cosas; es la semilla inseminadora que propicia todas las creaciones. Para los de Aries, la voluntad es una promesa de futuro; tienen que tener fe en que la voluntad moverá montañas, como dijera Cristo, mientras que los del primer Decanato de Sagitario ven como la voluntad crea de inmediato aquello que se pretende, y esta es una lección que nunca olvidarán.
Cuando, más tarde, evolucionen bajo otros signos, sabrán que bastará con que toquen con la varita mágica de la voluntad la materia inerte para que surja aquello que se pretende: agua, petróleo, oro, amores, negocios, sistemas filosóficos, salud o cualquier otro material que la voluntad transporte. Por ello a los sagitarianos del primer Decanato les van siempre muy bien las cosas, porque son ejemplos vivos, para los demás, de cómo el esfuerzo conduce siempre a un éxito material.
Segundo Decanato de Sagitario
El segundo Decanato de Sagitario cubre los grados que van de 10 a 20 del signo, es decir, las personas nacidas del 2 al 12 de diciembre (aproximadamente). Es el Decanato He, en analogía con Leo, de modo que está regido por el Sol, que es al mismo tiempo el planeta regente de Leo. En el orden sefirótico Hod es la fuerza activa. Se trata, pues, de un Decanato de recapitulación o pasado de los trabajos correspondientes a Leo y no llevados a cabo en su momento. En el Tarot es el domicilio del ocho de bastos.
Esta recapitulación ya no será tan dramática como la del primer Decanato, puesto que se trata de realizar trabajos más próximos a los del signo y serán dos los trabajos que se realicen a un tiempo y no tres, como ocurría en el primer Decanato. La nota clave de Leo es Amor-Sabiduría; la de Sagitario es Inteligencia-Transcendente. La unión de estas virtudes da a la persona que intentará expresar el amor divino mediante la inteligencia, las más altas virtudes emocionales a través del intelecto.
Sabemos que en Leo tienen lugar los trabajos de interiorización del designio divino que nos ha sido impartido para que lo llevemos a la madurez. Esto supone convertirnos en la Tierra destinada a recibir la semilla de la espiritualidad naciente, en los precursores de ese Belén mítico donde ha de aparecer el Salvador del Mundo, el redentor del medio ambiente que nos rodea. Gracias al impulso de Leo, -impulso callado, no aparente-, hemos de movilizar hacia nosotros a todas esas gentes sencillas que pueblan nuestros pesebres populares (los cuales se montan precisamente cuando ese Decanato es iluminado por el Sol) representados en forma de figurillas que, partiendo de sus lejanas moradas, llegarán a Belén cuando nazca el Redentor.
Leo es el manantial escondido, el Fuego-Agua, donde Kether y Hochmah trabajan conjuntamente para producir el calor acuoso que ha de permitir el crecimiento de la flor espiritual. Sagitario corresponde a la etapa de exteriorización del designio. En ella el Redentor nace, anunciando el gran cambio que en el mundo va a producirse.
El nativo de este segundo Decanato tendrá que ser el inductor a una vida más amplia, a una mayor libertad interior, a una conciencia más profunda de las cosas y, al mismo tiempo, ser el alumbrador de ese nuevo mundo que preconiza. Será maestro por su vinculación a Leo y militante activo por su vinculación a Sagitario. Ello puede dar lugar a la figura del gran idealista, productor de hermosos discursos en las tribunas a las cuales accederá con facilidad. Su trabajo esencial consistirá en ver la forma de encajar el amor divino en las situaciones humanas de manera equilibrada y positiva, sin que ese amor resulte destructor para la forma en la cual pretende introducirse.
Vivimos en un mundo que no está aun preparado para contener el amor cósmico que produce el signo de Leo, y es preciso operar con mucho tiento para que ese amor no resulte dañino para una de las partes. Muchas veces, cuando los jueces se enfrentan con un peligroso delincuente, dicen: «lo meteremos toda su vida en la cárcel o, mejor aun, le daremos muerte y la sociedad vivirá tranquila». En este juicio, el amor va en favor de la sociedad, pero contra el delincuente. Por consiguiente, este tipo de juicios son los que deben evitar los nativos del segundo Decanato de Sagitario. Y esta es una tarea delicada, porque no será comprendida.
Van a parar a este segundo Decanato los que antes (en otras vidas) han pasado por Leo y han ejercido como grandes teóricos del amor, proclamando sus excelencias. Ahora su destino los enfrenta con casos prácticos para que se den cuenta de lo difícil que es aplicar el Amor-Sabiduría a la realidad material.
Hod, la fuerza sefirótica activa en este Decanato, será el portador de la restricción de Binah, ya que como tercer signo de Fuego que es Sagitario, Binah ejerce privilegio sobre él, de modo que la problemática de esta persona consistirá en despertar las conciencias a una libertad interior que solo podrá ser ejercida a medias en el mundo exterior. Su yo interno poseerá más volumen que su yo externo y esto se traducirá en la vida práctica en forma de relegación. O sea que la persona no podrá exteriorizar todo su potencial interior, encontrándose situada siempre por debajo de sus posibilidades. Como todos estos sucesos se efectúan en período pre-consciente, puesto que la autoconsciencia aparece con los signos de Agua, la persona se verá sobrepasada por esa dinámica y quizá frustrada en sus ilusiones por ella.
Pero su destino quiere que sea el maestro, el profesor, el instructor, el que aboga, en términos muy vastos, por un mundo ideal que ella no puede traducir en actos, en toda su amplitud, aunque lo intente, ya que el contexto en que vive es pobre en relación con lo que está preconizando.
En el terreno político, donde esa persona se manifestará preferentemente, le será imposible realizar el programa elaborado y anunciado a sus electores. Siempre se quedará corta y su clientela tendrá el sentimiento de ser traicionada. Inspirada por el amor de Hochmah, fuerza activa en Leo y en los segundos Decanatos, se manifestará muy generosa en sus propósitos, pero Binah ejercerá ese atributo restrictivo en el momento de llevarlos a cabo, filtrando severamente lo que sale al exterior.
Aunque esa dinámica se produce simultáneamente en todo lo que esta persona vaya emprendiendo, la tendencia inherente a los trabajos de Leo predominará en la primera mitad de la vida y la inherente a los trabajos de Sagitario, exteriorización restrictiva, predominará en la segunda mitad. A medida que Sagitario vaya imponiendo su dinámica, la persona tendrá más en cuenta las realidades materiales en las que descargar su mundo interior, y el trecho entre lo que predica y lo que hace será menor.
Los malos aspectos desorganizarán la dinámica de ambos signos y la persona se encontrará más identificada con uno u otro aspecto de los mismos, de modo que si Leo domina, puede ser quien jamás llevará a la práctica lo que se propone hacer, y si es Sagitario, realizará a la fuerza un programa que luego se vendrá abajo por carecer de base firme. Los malos aspectos harán que se desequilibren las fuerzas en presencia, y darán lugar a situaciones injustas o jueces arbitrarios que utilizan la fuerza para que las cosas sean como deben ser, en lugar de armonizarlas a partir de su realidad misma. Serán los tiranos que impondrán una moral por la fuerza (el general Franco nació con el Sol situado en el segundo Decanato de Sagitario) o serán políticos utópicos, arrinconados permanentemente en las filas de la oposición.
Los sagitarianos del segundo Decanato serán grandes defensores de la moral en sus aplicaciones prácticas. Los buenos aspectos propiciarán la armonía de los trabajos y harán que encuentren sin problemas las ocasiones de manifestar su potencial, pueden ser grandes jueces, abogados, médicos que utilizan la fuerza del amor en sus curaciones o políticos de fama, ya que difícilmente un Sagitario pasará desapercibido.
Tercer Decanato de Sagitario
El tercer Decanato de Sagitario cubre el espacio comprendido entre los grados 20 a 30 del signo, es decir, los nacidos del 12 al 21 de diciembre (aproximadamente). Es el Decanato Vav, regido por Júpiter, que es asimismo el regente de todo el signo. Por ser Sagitario de un signo Vav, en este tercer Decanato tienen lugar los trabajos correspondientes al signo. En el orden sefirótico, es Yesod es la fuerza activa. En el Tarot es el domicilio del 9 de bastos. Es un Decanato de presente
Los trabajos de Sagitario, como ya hemos visto, consisten en exteriorizar el designio divino que penetrara en el ser humano a través de la puerta cósmica de Aries (en otra vida), que fue interiorizado en Leo y que ahora debe salir para modificar el mundo.
Cuando los teólogos hablan de Dios, suelen dar a entender que el constructor de nuestro universo puede operar milagros a su antojo, modificando sus propias leyes, si tal es su divino parecer, mediante un simple chasquido de dedos. Pero aquel que posee un conocimiento de las leyes cósmicas sabe que esto no es así. El designio ha de encarnarse en los deseos, estos han de pasar por la razón y esta encarnarse en el mundo material para cambiar cualquier cosa en el universo físico, es lo que llamamos la ley del Yod-He-vav-He. O sea que Dios necesita las manos del ser humano para mover las estructuras terrenales. Si estas manos humanas no resultan adecuadas a sus propósitos, no tiene más remedio que encarnarse él mismo, como lo hizo con su Hijo, Cristo, para mover las cosas en la Tierra, ya que no es posible hacerlo desde el cielo.
El Sagitariano, y más particularmente el del tercer Decanato, actúa, pues, como un ministro de la Divinidad, como un operario al servicio del Creador del Universo, pero no habiendo alcanzado el ser humano el nivel evolutivo suficiente para ser el instrumento consciente de la Divinidad, es a título de ejecutor inconsciente que el nativo de Sagitario realiza su obra. Precisemos una vez más que esa inconsciencia se refiere a los trabajos específicos de su presente encarnación, y que la persona puede ser muy consciente de lo realizado y aprendido en anteriores etapas.
Se presenta pues, en Sagitario, una inhibición de la voluntad a favor de ese soplo superior que transita por la persona y la impulsa a la sublimidad. Cualquiera que sea el escenario de su actuación, el Sagitario del tercer Decanato será siempre un redentor, será siempre el vehículo del amor o de la ley divina, ya que si por un lado Júpiter-Hesed aporta el amor de Hochmah para que lo derrame a su alrededor, por otro lado, siendo un tercer Decanato, Binah expresa en él su ley a través de Yesod, el Séfira activo en este sector del Zodiaco.
Ora portadores de bondad, ora instauradores de rigurosa justicia, los sagitarianos del tercer Decanato son siempre los mensajeros de la Divinidad. Estos nativos son ejecutivos. Cuando nacieron bajo el signo de Aries plantaron las semillas del designio divino a realizar en otra vida;. Cuando nacieron en Leo interiorizaron esas semillas en su tierra humana, y ahora, desde Sagitario, se disponen a hacer florecer ese antiguo designio, a fin de que en la tierra, las cosas sucedan como en el cielo.
Los del tercer Decanato son los instauradores de un nuevo orden, de una nueva civilización y se verán a menudo perseguidos por el orden antiguo, por los representantes de ese orden que ellos vuelven caduco. Es un Decanato en el que no es cómodo nacer, porque, como todos los abanderados, vivirán peligrosamente.
Para que algo pueda suceder en el exterior primero tiene que ocurrirnos por dentro, de modo que esa revolución que los nativos de Sagitario vienen a proponer, la vivirán antes en su propia tierra humana. en su propio organismo, tanto el físico, como el anímico, experimentaran esos cambios, con todas las crisis que comportan. Su salud se verá quebrantada y mientras lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, pueden pasarlo mal.
A veces, el sagitariano del tercer Decanato no consigue llevar a cabo internamente su revolución, porque las fuerzas arcaicas están muy ancladas en él. Ese aborto en su propósito transcendente lo convertirá en una persona agitada, que necesita moverse constantemente y será el gran viajero que se va a colonizar otras tierras, a montar negocios en el extranjero, dedicándose frenéticamente a la importación-exportación. Algo le dice en su interior que tiene que ser quien lidere los grandes cambios y, al no poder llevarlos a cabo en el interior, los hace en lo externo, moviéndose sin cesar de acá para allá. Con esos viajes, su yo superior quiere decirle que es en su interior donde esa movida debe llevarse a cabo.
La Astrología clásica sitúa a estos nativos entre los médicos, los magistrados, los moralistas, los filósofos, y si bien es cierto que son muchos los nativos de este tercer Decanato que se ocupan de restablecer los organismos enfermos y de la administración de la justicia, o bien que encauzan la sociedad a través de la moral y del razonamiento, su calidad de mensajeros hace que esta clase se encuentre allí donde es necesario y que, de hecho, puedan ejercer cualquier oficio, en un medio ambiente que precise de sus servicios.
En la carrera diplomática se encuentran siempre numerosos Sagitarios, así como en las altas esferas del poder civil y religioso. Gracias a esas posiciones, y a los buenos oficios de este signo, el mundo aguanta y no se hunde en el caos. Ahora bien, no siempre hay en la Tierra todos los sagitarianos que serían necesarios para mantenerla en equilibrio. En épocas particularmente perversas, la necesidad del mal que los seres humanos han creado impide que la Divinidad nos envía sus alfiles, por expresarnos en términos ajedrecísticos. Entonces hay penuria de sagitarianos del tercer Decanato y Dios se encuentra privado de manos para mover el universo físico.
Por el contrario, cuando estos nativos son reyes, jefes de gobierno, ministro, altos ejecutivos, ello significa que Dios manipula los asuntos humanos desde lo alto y que el mundo, sea ello evidente o no, avanza hacia el bien.
Los Sagitarios están destinados a atesorar una gran fortuna, y por ello, en la estructura de su tema, Capricornio aparece en la Casa II, la del dinero. Capricornio es signo de Tierra, de realidades materiales, pero su influencia se ejerce en el ciclo final de la vida, lo cual significa que la fortuna les viene tarde y de ella se aprovecharán sus sucesores. No es que tarden en ganar dinero, es que lo ganan y lo gastan, porque constantemente están soñando con nuevas empresas, en las que encontrar no ya el dinero, sino la forma de enriquecerse en experiencias.
En el amor, buscan inconsciente el drama, porque su Casa XII, la de la exploración de los sentimientos, se encuentra en Escorpio, signo de dificultades, y si son ellos los que eligen, pueden acabar encontrando una persona compleja que puede complicarles un poco la vida.
Por lo general, los sagitarios suelen gozar de buena salud, porque el sector que la rige se encuentra en Tauro, que es el más tranquilo y estable de los signos del Zodiaco. Los buenos aspectos sobre este sector anunciarán la feliz ejecución de los propósitos divinos, la aceptación, por parte de la persona, de su misión. Tendrá el sentimiento de ser el mandatario de una fuerza que la sobrepasa y se ofrecerá voluntaria a ella.
Los malos aspectos, por el contrario, anunciarán rebeldía por parte de la persona, que no comprende su misión ni la utilidad que puede tener. Indicarán igualmente que la misión será rigurosa, que se ejercerá en condiciones tensas, dramáticas. Pudiera ser la mano izquierda de la Divinidad, una especie de ángel de la muerte, un portador de fatalidad. Stalin nació con el Sol en este Decanato.
La principal virtud de los sagitarianos del tercer Decanato es su inteligencia abierta al más allá, a lo que está por venir. Su principal defecto, su suficiencia, que los lleva a querer tener razón por encima de todos. La actriz Jane Fonda y el compositor L. V. Beethoven tienen su Sol en este Decanato.