Hemos dejado atrás a los signos de Fuego, representantes de la espiritualidad y ahora vamos a entrar en un terreno nuevo, el de las emociones. Ellas son las que mueven el mundo, porque generan el deseo de actuar. Si la chispa del Fuego se activa, pero no va acompañada de una emoción que nos empuje, no hay acción.
El Elemento Agua es el más incontrolable de los cuatro, del mismo modo que el agua, su representante simbólico, tampoco se puede controlar. Máximo, podemos canalizarla, como hacemos con los grifos. Podemos verlo fácilmente en el mar. En numerosas playas de España, cada año tienen que traer arena en camiones para ganarle terreno al mar. Cada invierno, el agua vuelve a retomar su espacio. Así diremos que las de Agua serán personas imprevisibles, ya que su comportamiento variará en función de las emociones que carguen.
En el caso de los signos de Agua, la clave estará en comprender lo que nos quieren transmitir, lo que nos llevan a vivir. Si realizamos la experiencia adecuadamente, resultará mucho más fácil canalizar esas emociones.
Recuerda que la Astrología Cabalística se basa en la reencarnación. Significa que estamos en una corriente evolutiva, como si viajáramos en un tren y fuéramos pasando por distintos países, cada uno de ellos mostrando un paisaje y una experiencia distinta. En este curso ya hemos transitado por las tres primeras etapas, Aries, Leo y Sagitario.
La idea de la Cábala es que todos vamos pasando por cada una de las etapas, lo cual convierte la aventura en algo justo, dirigido a evolucionar.
Ahora, después de pasar por la fase de Fuego, toca un cambio radical de paisaje, entramos en el espacio correspondiente al Agua y allí vamos a empezar a sentir.
- Tienes que ir hasta el final de este túnel.
- ¿Y qué voy a conseguir?
- Elevación espiritual.
- No me interesa.
- Comprender la lógica y la razón de todo.
- No me interesa.
- Podrás ordenar tu vida.
- No me interesa.
- Encontrarás el amor.
- Por dónde se va.
El Agua simboliza las emociones. Cuando entramos en ese terreno, lo primordial es sentir, emocionarse, emocionar y lo demás se vuelve secundario.