La Casa VII expresa en la Tierra las potencialidades de Libra. Dijimos al estudiar el signo que en él nace el Elemento Aire, el que genera la lógica y la razón que inclinan al ser humano a la búsqueda del complemento. Todo ello cristaliza en la Casa VII en forma de búsqueda del otro, del complemento que ha de permitirnos realizar nuestro programa humano.
Ya señalamos al hablar de Libra el carácter razonable de esa búsqueda, su carácter no sentimental. Antes, los matrimonios los realizaban los padres, sin que entrase en línea de cuentas la sentimentalidad de los interesados. Hoy son los sentimientos o el sexo lo que origina un matrimonio y no puede decirse que esto haya aportado mayor estabilidad al edificio conyugal, sino más bien al contrario.
Hemos visto como en la Casa V aparece un amor que es don divino y que nace del sincronismo absoluto entre dos seres, de su perfecta identificación el uno con el otro por haber vivido experiencias similares. Pero ese estado de perfecto goce no es el perseguido por la evolución y esos grandes amores románticos no entran en la política del Ego Superior, del jefe interno. Son un oasis, un suntuoso descanso entre dos batallas y después hay que saber decir adiós y proseguir el peregrinaje.
El matrimonio ha de servir para limar asperezas y limitar los poderes de un Yo que solo sometiéndose a las leyes de Binah conseguirá realizar su obra. En la Casa VII encontraremos, pues, información sobre el cónyuge, su forma de ser, su carácter, sus cualidades. Igualmente nos informará sobre la personalidad de los socios, de los aliados, de aquellos con los que la vida nos confronta.
En general, veremos en la Casa VII la reacción de la sociedad ante nuestras iniciativas, puesto que la Casa VII se opone a la Casa I, que refleja el impulso de nuestra voluntad.
La Casa VII mostrará también el aspecto de nuestra vida en el que estamos empezando a reflexionar, a buscar el equilibrio. Será pues el sector en el que se presentarán más dudas, en el que nos costará más tomar decisiones.
La pareja representa la otra parte de ti, así que fíjate bien en sus virtudes y sus defectos y te conocerás mejor.
La Casa VII es el canal por el cual circulan las semillas de nuestra unidad reconquistada. El ser humano primigenio era hermafrodita, pero su unidad fue escindida y a partir de entonces cada ser humano no es más que la parte de un todo. Su capacidad creadora dependerá de la colaboración del otro Yo.
El canal VII es el de la búsqueda del otro Yo, del ser que posee cualidades que complementan con las nuestras. Mientras hemos permanecido bajo el dominio de los signos de Agua, que organizan y potencian el Yo emotivo, no hemos sentido la necesidad de un complemento: nos bastaba nuestro egoísmo. Pero cuando la razón de Libra (ya que este es el signo que corresponde a la Casa VII) entra en funciones, nos hace ver la necesidad de complementar nuestro edificio humano, y puesto que las exigencias de la Creación han hecho que no seamos más que una mitad, será preciso que nos pongamos en marcha para encontrar el «otro» en el exterior.
La posición de la Casa VII nos dirá, pues, dónde la persona irá a buscar el complemento, dónde plantará las semillas de la convivencia. Esta gran búsqueda se verá condicionada por su carácter, su modo de ser, por el trabajo a realizar a nivel exterior, ya que la Casa VII se encuentra en el punto opuesto del Ascendente.
Una Casa VII en signos de Fuego indicará que el complemento ha de aportarnos valores morales, que de él ha de venirmos la chispa que pone en funcionamiento el motor, que es precisamente lo que nos falta.
En signos de Agua indicará que el otro Yo ha de aportar vitalidad a los sentimientos, que ha de producir quizá en nosotros tempestades, que ha de provocar explosiones emotivas capaces de hacernos cometer actos desmesurados, tal vez terribles.
En signos de Aire el otro Yo aportará razón, lógica, estabilidad, capacidad de reconocer lo que es justo, lo aprovisionará en grandes ideales, en dar sentido a la vida.
En signos de Tierra el otro Yo le aportará medios materiales, fortuna, enraizamiento en las cosas, si no hay malos aspectos, naturalmente.
En esta Casa encontraremos información sobre el modo de ser del cónyuge, su situación, medios, familia, destino y todos cuantos detalles queramos saber sobre su idiosincrasia. Por extensión, veremos en ella el tipo de personas que elegimos para realizar nuestros propósitos, así como nuestra capacidad de vida en común y de trabajo en equipo.
Las disonancias planetarias sobre la Casa VII anunciarán un cónyuge difícil, de mal carácter, malas cualidades o con problemas, psicológicos, de salud, de dinero, etc. Igualmente, anunciará aliados complicados y problemáticos, de modo que mejor será no tenerlos o tratar de comprender el mensaje que traen. Malas disposiciones de la sociedad respecto a nuestras iniciativas, problemas para encontrar pareja.
Cuando un excesivo número de planetas se encuentra activando la Casa VII, la persona es literalmente aplastada por el otro, sea el cónyuge, el socio, la organización social. La persona encuentra siempre a otro que llega primero a todas partes y será esencial para ella que no entre en conflicto con los demás, que no acuda a tribunales ni a jueces, sino al contrario, que trate de pasar desapercibida sin buscar la confrontación en ningún dominio. La clave estará en aprender a pactar, a escuchar los razonamientos ajenos, porque forman parte de su propia realidad. Muchos planetas también pueden dar numerosas parejas.
Claves: Unión, asociación, pareja, el otro, complementación, matrimonio, formar grupo, convivencia, estabilidad, igualdad, , ideales, modo de ser del otro, capacidad para trabajo en equipo, capacidad para el pacto.
La Casa VII es una Casa Yod, de plantación y en ella actúa Kether.
Casa VII en Aries
Indicará que lo que le falta a la persona para ser completa es el designio espiritual que mana de Aries, de modo que se orientará hacia las grandes individualidades que han de integrar en ella ese designio, que descubrirá en las relaciones sociales y en la vida matrimonial.
Lo superior aparece por la puerta de la convivencia y ello hará que dicha convivencia se base en los principios espirituales. La persona sentirá que su vida de relación debe ser así, sin poder explicarse el por qué, puesto que los contenidos de Aries sobrepasan la comprensión.
Así, la elección del compañero de vida no será una elección razonada, sino algo que surge de pronto con tanta fuerza, que la persona siente que ha de ser así y no de otro modo. El otro será alguien singular, inadaptado, rebelde, sobre todo teniendo en cuenta que siendo Aries el signo del principio, la unión será prematura, cuando la persona es muy joven y el otro no ha tenido tiempo de encontrar una situación, de integrarse.
En los sucesivos compromisos que efectuará con la sociedad para la realización de cosas en común, siempre aparecerá ese elemento.
Con buenos aspectos, los demás y sobre todo el cónyuge, serán los «superstars» y la persona se amoldará perfectamente a la situación, apareciendo como el complemento, como el que va a remolque, pero en realidad será el organizador de las empresas que el otro Yo inspira. Vivirá en el culto de la personalidad de su otro Yo, a su sombra realizará grandes cosas.
Los malos aspectos harán que ese otro Yo esté tan fuera de lo real que toda relación resultará complicada. La dinámica del otro-yo le arrastrará irresistiblemente hacia aventuras humanas que le será imposible controlar y dominar. En casos extremos se tratará de un loco, un neurótico o un visionario, un místico que no consigue canalizar positivamente sus energías.
Los malos aspectos en Aries catapultan siempre a la persona hacia el más allá, fuera de toda norma, de toda razón, de todo entendimiento. Lo aconsejable, desde el punto de vista convencional en que se mueve la sociedad, sería que esta persona permaneciera sola, sin matrimoniar, sin asociarse, pero el ser humano completo necesita asociarse y si aconsejamos esto a la persona con la Casa VII en Aries mal aspectada, no haríamos más que aplazarle su problema, ya que si su otro-yo es tal, es porque así lo ha elaborado a lo largo de sus vidas, con él no hace más que recoger un fruto cuyas semillas ha plantado con anterioridad. Al ser ahora su víctima, se dará cuenta de lo malas que son las tiranías y el estar demasiado lejos de lo real y procurará no volver a andar por las nubes. Una vez trabajado, la relación cambiará.
En el aspecto práctico dará a la persona que buscará a alguien que tome las decisiones por ella, la iniciativa, el movimiento. Elegirá la pareja a bote pronto, de forma impulsiva. La pareja le acercará a la espiritualidad, le ayudará a activar su voluntad.
Michael Jackson, George Harrison y Frank Sinatra, tiene la Casa VII en Aries.
Casa VII en Leo
Dará igualmente, como en la posición anterior, la búsqueda del portador de valores morales, pero ya no se buscará al inspirador del designio, sino al ejemplo de virtud, aquél que, con su conducta, nos enseña el camino de la rectitud y de lo que no debe ser.
La persona buscará como complemento lo que no posee en su yo consciente, puesto que por tener el Ascendente en Acuario, trabaja en esa interiorización a nivel intelectual, tratando de reencontrar las leyes con el pensamiento. En su complemento descubrirá esas leyes en su estado puro y le será fácil de esta forma incorporarlas a sus objetivos.
Diremos, pues, que el elemento razonable que le falta es la capacidad de comportarse de acuerdo con la ley divina y esa capacidad le vendrá del exterior, aportada por su cónyuge y sus socios, sus aliados.
Con buenos aspectos, esos aliados han de ser personas de gran integridad, de una gran estatura moral, los cuales serán un elemento dominante en su vida, sobre todo si en ese sector se encuentran emplazadas fuerzas planetarias.
Precisemos que el otro-yo que desvela la Casa VII, es siempre el que ha de permitirnos completar la experiencia en curso. Es decir, completar el programa en el que trabaja el Ascendente, ya que si ese Ascendente representa un rol que la persona juega por cuenta del Ego Superior, del jefe interno, la Casa VII representará el contra-papel, la figura que da la réplica.
El otro-yo profundo, el que sigue a la persona de encarnación en encarnación, está representado por la Luna si se trata de un varón y por el Sol si se trata de una mujer.
Los malos aspectos darán otro-yo defectuoso, que no ha interiorizado la ley como debía interiorizarla y en lugar de aportar fuerza moral aporta inmoralidad y mal ejemplo.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca el ejemplo de rectitud y de orgullo en el otro, en la pareja, busca alguien a quien poder emular. Tendrá una pareja fiel, sabia, organizadora y líder.
David Bowie, Messi, Obama y Steve Jobs, tienen la Casa VII en Leo.
Casa VII en Sagitario
Indicará que el matrimonio es una obra espiritual, que nuestro complemento vendrá de más allá de nuestra tierra psíquica habitual. Esa persona, el socio, el aliado, el cónyuge, vendrá de lejos, del extranjero, tendrá que realizar un largo desplazamiento para encontramos.
El otro-yo es el que realiza actos de bondad, el que descubre nuevos mundos, el que es utilizado por Dios como herramienta. Este otro-yo aportará a la persona su capacidad de transformar su entorno humano, dando profundidad a su trabajo liberador del pensamiento, efectuado desde el Ascendente en Géminis.
Se asociará de una manera natural con personas que manejan empresas que van más allá de los objetivos normales de la sociedad.
Con malos aspectos, el objetivo de esos aliados se situará más allá de lo que la sociedad puede asimilar y ese aliado lo reducirá a la ineficacia o bien se mostrará excesivamente bondadoso y desprendido.
La posición de las Casas VII en signos de Fuego supone, naturalmente, la posición de los Ascendentes en signos de Aire, lo cual caracteriza a las personas que están trabajando con el pensamiento humano en la elaboración de las leyes del mundo. Están ya muy lejos del Elemento Fuego y han olvidado los principios. Entonces esos principios aparecen encarnados en el otro polo del eje, bajo el rostro del complemento, bien sea el socio o aliado en los negocios o el cónyuge o aun el contexto social que se opone a nuestros propósitos.
Esos principios morales aparecerán en sentido recto o torcido, de acuerdo con nuestros merecimientos. En el primer caso, no será difícil comprender el mensaje moral. En el segundo, será preciso asimilarlo de rechazo y tarde o temprano acabaremos dándonos cuenta de que la perversión moral que el otro representa está ahí para ser superada.
En Géminis el pensamiento humano se exterioriza; en Sagitario es el pensamiento divino el que se manifiesta a su vez. La persona que tiene esta situación debería actuar positivamente por los dos polos; es decir, lograr que su pensamiento humano exteriorizado fuera igualmente el pensamiento divino, o sea, comportarse según dicta su espiritualidad. Si lanza uno en detrimento del otro, el divino no positivado se encarnará en el otro-yo y tratará de realizarse a través de él.
Esa dinámica actuará igualmente cualquiera que sea la posición de la Casa VII, de suerte que cuando una persona contrae matrimonio o busca un aliado para hacer algo, es siempre porque no ha sido capaz ella misma, sin la intervención exterior, de actuar positivamente en los dos polos en que se desarrolla ineludiblemente su acción.
Tenemos así, que si en la etapa actual el ser humano completo está formado por la pareja masculino-femenino, los que han alcanzado un determinado nivel evolutivo se ven liberados de esa dependencia, porque en ellos mismos actúan positivamente la parte masculina y femenina, habiendo reencontrado en su interior el hermafroditismo perdido.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca en la pareja a alguien que le lleve más allá de la realidad en la que se encuentra. Puede dar con su pareja en el extranjero o a través de Internet. El otro yo puede encarnar a un pequeño dictador.
Nestor Kirchner, Orson Welles y Sandra Bullock, tienen la Casa VII en Sagitario.
Casa VII en Cáncer
El potencial de los sentimientos se reviste con el disfraz de la razón y envuelto así de lógica, es plantado por la persona. Cuando esa semilla florezca y dé fruto, por mucho que se la bautice razón, lógica, no podrá ser otra cosa que sentimientos disfrazados y todo el mundo se apercibirá de ello, salvo el interesado, que seguirá dando a la fruta el nombre de su apariencia.
Cuando esta persona muerda la fruta del árbol de su Casa VII y pruebe su sabor, deberá reconocer que lo plantado no eran peras, sino manzanas. Pero esto sucederá en un estadio ulterior, ya que la función de la Casa VII es la de plantar las semillas.
Las consecuencias de esta situación serán que el complemento elegido no le aportará las cualidades objetivas para la construcción de su edificio humano, sino tan solo las propiedades emotivas de que carece.
En el mejor de los casos, al completar su yo sentimental, en Cáncer expresándose en la VII, ha de aportarle una sensación de intensa felicidad emotiva. La persona se sentirá amada, festejada, agasajada, podrá decir que ha encontrado la felicidad. Pero se trata de una felicidad a nivel de deseos, no de esa otra felicidad, mucho mayor, que aporta la sabiduría, la comprensión del universo.
A ella le parecerá lógico que esto sea así y deseará para los demás que encuentren ese complemento que pone en marcha el potencial de las emociones y que puedan bañarse literalmente en esas aguas maravillosas.
Pero ese estado de satisfacción representa el más eficaz instrumento para detenerla en su marcha hacia delante, porque le dará la lógica convicción de que ya ha llegado a la meta y toda su vida puede reducirse a un intenso vis a vis con la persona amada, excluyéndose del resto del universo.
La personalidad que aparecerá a través de esta combinación o sea, la del otro-yo, ha de tener un poderoso magnetismo. Como el Ascendente de esta persona se sitúa en Capricornio, de modo que trabajará a niveles materiales, el poder de fantasía y de imaginación de su otro-yo será, para ella, lo que el canto de las sirenas fue para los compañeros de Ulises y lo pondrá siempre al borde del peligro de precipitarse en el mar del inconsciente, seducido por este otro-yo que le canta embrujadoras melodías desde el abismo.
Conservar su identidad, vivir intensamente en el yo consciente y en el yo inconsciente protagonizado por el aliado, el socio, el cónyuge, ha de constituir una de sus pruebas. Si se inclina más de un lado que del otro, mutilará gravemente una de sus tendencias fundamentales. O bien se inhibirá de sus deberes, de su trabajo para dejarse llevar por la fantasía de «el otro» o bien «matará» a ese «otro», lo reprimirá ferozmente y dialogará con un cónyuge amordazado.
Los malos aspectos han de propiciar esa dinámica, según la vertiente sobre la que descargue su fuerza. Si potencia la expresión del otro-yo, la persona se verá atraída hacia alguien que posee lo que se llama un encanto diabólico, un poder seductor inmenso y vivirá como hipnotizada por él o ella. La arbitrariedad de su manifestación emotiva le parecerá tan rotundamente lógica, que no tendrá nada que objetar a sus caprichos, a sus fantasías.
Si los malos aspectos provienen de planetas violentos, las emociones serán turbulentas y se convertirá en un auténtico pelele, sobre todo si es hombre, puesto que Cáncer es la plaza fuerte de la mujer y de él saca la mujer sus máximos poderes.
En el aspecto práctico dará a la persona que buscará una pareja maternal, protectora, que tenga rasgos de su madre, incluso que le haga de madre, femenina.
Clark Gable, Evo Morales, Paul Newman, tienen la Casa VII en Cáncer.
Casa VII en Escorpio
También aquí las emociones se revisten con los ropajes de la razón para expresarse. Pero, si en el estadio anterior la persona buscaba como complemento a quien potenciara sus sentimientos desde el exterior, desde el mundo objetivo, aquí la persona busca un modelo específico, un ser que posea ciertas características emocionales particulares. Buscará a la persona a través de la cual pueda amarse a sí misma, al que viva, por así decirlo, con el culto de su personalidad.
Como la interesada tendrá el Ascendente en Tauro, si sobre este signo no se producen malos aspectos, será una persona guapa, de modo que resultará lógico para ella que el otro-yo la admire.
Sabemos que en Escorpio los sentimientos se interiorizan, y en esta combinación, tal función interiorizadora correrá a cargo del otro-yo, de modo que será el otro, el cónyuge, el socio, el aliado, la sociedad, la que hará que esa persona pueda amarse, actuando así como un espejo de sus cualidades.
Si los demás le admiran, produciendo así su propia estimación, es natural que pretenda gozar de ella, puesto que se mueven a nivel de sentimientos. Cuando en la vitrina de una pastelería admiramos un artístico pastel, es con la intención de devorarlo. De modo que por poco que malos aspectos funcionen sobre esa combinación, aparecerá en los demás como un hambre hacia esa persona tan agraciada.
Como en Escorpio se encuentran las fuerzas generativas, la intención del otro-yo será gozar de ella sexualmente y los planetas violentos pueden indicar peligro.
En todo caso, si los malos aspectos potencian el otro-yo, esa admiración la convertirá en un objeto de consumo exclusivo, velando ferozmente ese otro-yo para que nadie se le acerque y aparecerán los celos.
La Casa VII en Escorpio implica un Ascendente en Tauro y esta posición comporta siempre el peligro de ser tragado por el otro-yo, pero con buenos aspectos sobre ese Ascendente la persona tendrá en el otro-yo un admirador ferviente y platónico que le ensalzará, le fumigará con incienso y le ayudará así a construir el edificio de la propia estimación.
Por otra parte, si los buenos aspectos tocan la Casa VII y su planeta regente, el otro-yo será abnegado, valiente, defenderá a la persona con las armas en la mano si es preciso, será su soldado y quien pondrá de relieve con su actitud las virtudes sentimentales que posee.
Sin embargo, se utiliza un canal pensado para descargar fuerzas que persiguen más altos fines que el de tomar conciencia de los buenos sentimientos que la persona tiene, de modo que la Casa VII en Escorpio representará siempre una infrautilización de ese canal.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca en la pareja a alguien que le ayude a subir su autoestima, una persona que se valore. Su pareja será abnegada, entregada, pero también posesiva y celosa, con tendencia a encerrarse de vez en cuando en su mundo. Controladora.
Elizabeth Taylor, Vivien Leight y el Rey Felipe de Borbón tienen la Casa VII en Escorpio.
Casa VII en Piscis
En esta combinación se produce un considerable acercamiento de la Casa VII a su sede, que es Libra. Los sentimientos se exteriorizan por el canal de lo razonable. O, vuelto al revés, la persona tomará como lo más razonable del mundo la liberación de sus emociones internas, que no llamará así, porque no reconocerá que las esté liberando, sino que pensará que está ejerciendo una función lógica y ordenadora.
Esas emociones son liberadas por su otro-yo, que la persona utiliza como herramienta para la exteriorización de los contenidos emocionales de su naturaleza interna. Según sea esa naturaleza, el otro-yo que la refleje será una persona ponderada o inmoderada.
La Casa VII en Piscis supone un Ascendente en Virgo, de modo que la persona aparecerá como moderada, tímida, con muchos prejuicios, formados en su larga andadura por los cuatro ciclos elementales, mientras que su otro-yo, encargado de las funciones de exteriorizar las emociones internas, será probablemente un «viva la virgen», como suele decirse, con un temperamento emocional fuerte, abocado a los excesos.
Si esa Casa VII o su regente reciben malos aspectos, la pareja tenderá a cometer toda clase de atropellos, por una excesiva pujanza de los deseos, de las pasiones.
Ese desorden emotivo, al exteriorizarse en la sociedad, le llevará a cometer actos contrarios a las leyes y puede por ello ir a parar a la cárcel; o bien el desorden repercutirá en su naturaleza interna, produciendo un estado enfermizo.
Debe comprender esa persona que esta manifestación de su otro-yo es la ilustración de su paisaje interior, de modo que debe solidarizarse con la circunstancia del cónyuge, del socio, aliado, de la sociedad, etc. y sobre todo, debe corregir en ella los defectos que el otro-yo exterioriza, puesto que se hallan anclados en su naturaleza interna y si no los corrige en algún momento saldrán al exterior.
Así diremos que por vía de la razón la persona se orientará hacia «complementos» que, por su naturaleza serán exaltados, apasionados, súper emotivos, muy sentimentales.
Los buenos aspectos le conectarán con personas que han alcanzado la sublimidad sentimental o que, por lo menos, la buscan. Piscis, por ser signo común, se encuentra en analogía con el Mundo del Pensamiento, de modo que, en su manifestación positiva, los sentimientos ceden la primacía al pensamiento para producir la fecundidad en el mundo de arriba.
Si el mecanismo funciona por el lado superior, el otro-yo será una persona de sentimientos elevados, un místico, un inspirado, un oráculo. En este caso su otro-yo creará un espacio social muy rico en posibilidades para la persona, en el que podrá proyectar sus conocimientos.
Cuando los planetas no incidan en el sector, el otro-yo será simplemente una persona que dice lo que siente, que se comporta de acuerdo con su naturaleza emotiva, muy demostrativa en el amor, la ternura, las pasiones, cuando, por tránsito, no se produzcan malos aspectos.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca que su pareja le ayude a cumplir sus deseos. Buscará una pareja romántica, que exprese las emociones que ella no demuestra.
Woody Allen, Mozart y Tigger Woods (campeón mundial de golf a quien su mujer le estampó el deportivo contra un árbol cuando se enteró que la engañaba), tienen la Casa VII en Piscis.
Casa VII en Libra
Estará en el lugar que le corresponde, realizando sus funciones a la perfección. Si Libra produce la reunión de los contrarios, canalizando sus fuerzas por la vía VII, hará que la persona busque su complemento con el solo objeto de complementarse y no en vistas a otros objetivos, como sucede cuando el canal VII se encuentra conectado a otras fuentes energéticas.
Con la VII en Libra el Ascendente estará en Aries, de modo que tendremos a la persona que transmite directamente el designo espiritual y busca el complemento ideal para objetivarlo. Su otro-yo realizará a la perfección las funciones de Binah, reduciendo la luz para integrar el designio en un mundo que vibra a una frecuencia inferior.
Así, tendremos que la persona representará el amanecer y su otro-yo el atardecer. En ella la luz irá creciendo y en su otro-yo irá menguando. En la vida práctica se traducirá por un entusiasmo desbordante del uno, mientras que el otro jugará el papel del jarro de agua fría.
Sin embargo, el entusiasmo por sí solo no será operativo, mientras que la razón fría del otro sí lo será. Para obtener algo en el plano concreto, será siempre gracias a la actuación del otro-yo. Si ambos toman conciencia de la mecánica de sus fuerzas, no cabe duda de que harán grandes cosas juntos, ya que uno producirá la chispa inspiradora y el otro el sentido práctico que haga provechosa la fuerza.
Un Ascendente en Aries dará siempre al solitario, el que pone su voluntad a trabajar en algo nuevo y la Casa VII en Libra hará que su otro-yo le abra las puertas de la sociedad, del público que ha de corearlo, de modo que a quien busca en realidad la persona es al manager, al representante.
Los buenos aspectos harán que la sociedad funcione a la perfección y gracias al otro-yo el designio podrá establecerse de una manera adecuada.
Los malos aspectos o bien darán al Yo una conciencia exagerada de su valor y la persona será un tirano para la otra o bien será el otro-yo quien, súper organizado, le dirá que lo importante es disponer del cliente, o sea, que el importante es él.
Aries representa la suprema individualidad. Libra es la suprema adaptabilidad. Ambos ofrecen la imagen misma del matrimonio, tal como aparece en el modelo cósmico y si enumeráramos con detalle las cualidades inherentes a cada uno de estos dos signos, encontraríamos descritas las cualidades masculinas y las femeninas.
La Casa VII en Libra ha de dar un cónyuge tolerante, comprensivo, adaptable, que ha superado los estadios emotivos, hábil en unir lo particular con lo general y atento siempre al interés del otro.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca en el otro la razón y el equilibrio, quien se deja aconsejar y se complementa a la perfección con su otra parte.
John Lennon, Shakira y Fidel Castro, tienen la Casa VII en Libra.
Casa VII en Acuario
Indica una tendencia a buscar el complemento en la ciencia; a buscar la explicación racional que satisfaga nuestras dudas, que ilustre nuestra propia conducta.
Una Casa VII en Acuario presupone un Ascendente en Leo que, como sabemos, es el signo en que el designio se ha interiorizado en nosotros y nos dicta, desde dentro, una conducta correcta. Leo nos proporciona así una conducta correcta, pero no nos explica por qué es preciso comportarse así. Leo es el dogma, es el «hazlo así porque Dios quiere que sea así» y aguanta.
En tales condiciones, la persona con el Ascendente en Leo busca la respuesta complementaria que le permita saber por qué debe ser ejemplo de virtud, de bien y de orden. No encontrando esa respuesta en ella, deberá buscarla fuera, o sea, en Acuario, su complementario, su Casa VII.
Lo perfecto para Leo será que pueda encontrar su otro-yo en Acuario y asegurarse sus servicios para toda la vida, poniéndoselo en casa; es decir, convirtiéndolo en su cónyuge.
Ese es el ideal para cualquiera de los otros signos, ya que en su contrario encontrarán, o bien la explicación que justifica su conducta, o bien la prueba que ha de aportarle la nivelación que su alma necesita, como en el caso de Virgo en el Ascendente, que precisa de un cónyuge Piscis que vacíe sus múltiples deseos para poner a prueba su ponderación y su pretendido «estar de vuelta de todo”.
Si la persona con Leo en el Ascendente ha bifurcado de su recto camino, uniéndose a otra persona por razones sentimentales y no racionales y no ha podido obtener ese cónyuge Acuario que interpretaría la clave de su conducta, dirigirá su búsqueda hacia el socio comercial, la sociedad, partido, organización que, con sus doctrinas, puedan explicarle el sentido de su comportamiento.
Todos buscamos de algún modo el folleto explicativo que nos ilustre sobre el funcionamiento del universo y una Casa VII en Acuario significará que la persona busca esta explicación fuera de ella, en el otro, en la sociedad, en lo que está más allá de la esfera de aquello en lo que su Voluntad-Ascendente trabaja.
Los aspectos que reciba esta Casa VII han de decimos si encontrará en ellos la respuesta o no.
Los buenos aspectos indicarán que esa respuesta le vendrá, que gracias a ello comprenderá por qué le ponen como ejemplo, como ilustración viviente de una parcela de conocimiento.
Los malos aspectos indicarán que le será quizá difícil encontrar a esos interlocutores, que tendrá que escarbar muy a fondo en las entrañas de la vida para descubrirlos; que estarán ocultos, como los diamantes en el carbón.
Si esos malos aspectos son múltiples, si proceden de planetas de la izquierda, tal vez solo encuentre a un profesor de filosofía que le diga que el iniciado Descartes, al hablar del poder de la mente para descubrir la realidad de las cosas, quería decir que al pan hay que llamarlo pan, y al vino, vino.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca en el otro a quien pueda facilitarle respuestas sobre el funcionamiento de la vida. Dará, en el apartado de la pareja o de los socios, con personas que tienen tendencia a inhibirse, a colgarse, a entrar en su mundo interior.
Marilyn Monroe, Pavarotti y Picasso, tienen la Casa VII en Acuario.
Casa VII en Géminis
La Casa VII habrá avanzado de un grado respecto a su posición anterior y la persona ya no buscará al sabio que le explique la lógica de su mundo interno, sino a la persona que justifique con sus actos a los suyos propios.
En efecto, con Géminis en la VII, Sagitario estará en el Ascendente y como ya sabemos, en Sagitario la persona es un instrumento de la divinidad y si en Leo se comportaba de un modo que no comprendía, impulsado por una regla moral, en Sagitario actúa de un modo que tampoco comprende. Entonces busca en Géminis, que sí comprende lo que hace, una sintonía en la acción.
O, dicho de otro modo, el Pensamiento Divino de Sagitario busca en el pensamiento humano de Géminis la justificación de sus actos.
Géminis no actúa si no comprende. Para que el pensamiento se transforme en acto, tiene que haber una lógica que lo mueva, de manera que esta persona, ante la incógnita que le plantea el sagitariano, se pondrá a pensar y acabará sacándose una lógica de la manga, a la manera del famoso hombre del paraguas de Freud, gracias al cual el padre del psicoanálisis descubrió el inconsciente. Es una historia que sirve de ilustración a lo que estamos diciendo:
Sucedió que una mañana, teniendo Freud un paciente dormido en sueño hipnótico, le dijo: «Ahora le voy a despertar y cuando suenen las once, usted tomará el paraguas que se encuentra en el recibidor y se marchará”. Freud le despertó y al sonar las once aquella persona se levantó, tomó el paraguas y ya se marchaba cuando el profesor le dijo: «¿Por qué coge usted el paraguas si hace un sol espléndido?”. El hombre quedó perplejo un momento y después contestó: «Con el tiempo tan inseguro que tenemos, no se sabe nunca”. Freud se dio cuenta de que su paciente actuaba sin saber el motivo y al tener que dar una explicación, su pensamiento facilitaba una razón plausible, que no era la que auténticamente le motivaba. Pensó entonces que la persona, en sus múltiples actuaciones, estaba impulsada por un motivo profundo que ella misma ignoraba y del que no es consciente.
De igual modo, el nativo de Géminis facilita al de Sagitario razones lógicas para justificar sus actos, aunque esas razones no sean las auténticas. Pero el de Ascendente en Sagitario se deja convencer y de esta forma se siente seguro. Pero es que además de justificarlo, el de Géminis pondrá a su disposición los medios de difusión necesarios para que los actos del sagitariano sean conocidos.
La Casa VII en Géminis indicará, pues, que la persona busca en el exterior, gracias a múltiples alianzas, a quien justifique y difunda sus obras. Si hay mucho Sagitario en ella, si se acumulan allí planetas o aspectos, ello significará que la obra divina, de la que es soporte material, será muy variada y quizá necesite a más de uno para justificarla y difundirla. Se hará así necesario un cambio de aliados, de cónyuge, de medio social y por ello este signo, como los otros tres signos Vav o Dobles, tiene fama de divorcistas, cuando la Casa VII se encuentra enterrada en ellos. Esa dinámica se verá multiplicada con malos aspectos.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca en la pareja al comunicador nato, a quien sea capaz de expresarse elocuentemente, a quien le ayude a salir a la palestra.
Lady Di, Nicolas Cage y Mandela tienen la Casa VII en Géminis.
Casa VII en Capricornio
Indicará que lo que la persona espera de su otro-yo son medios materiales con los que edificar los sueños propios de Cáncer, donde se situará su Ascendente.
Sería muy importante para ella contraer matrimonio en edad temprana, porque el cónyuge ha de aportarle esos medios, pero perteneciendo el signo al ciclo final, es poco probable que pueda hacerlo así y su matrimonio será tardío. Mientras no encuentre ese socio para toda la vida, irá formando asociaciones con personas poseyendo los medios para realizar sus sueños cancerianos.
Su problema siempre consistirá en que, edificando la realidad material con los medios del otro, este siempre será dueño de la parte material, mientras ella solo poseerá el sueño. Cuando la sociedad deje de funcionar, cada uno se quedará con lo que puso y entonces volverá a empezar a partir de cero.
No es que el triunfo material sea imposible, ha de ser la totalidad de la carta astral la que nos lo diga. Si la persona posee planetas en signos de Tierra, el triunfo material estará más fácilmente a su alcance. Pero si no los posee, como la ambición de Cáncer-Ascendente no es la de disponer de riquezas, sino la de realizar una experiencia emotiva, aunque la idea inicial resulte comercial, acabará añadiéndole aditivos de lucimiento que la convertirán en institución cultural o algo por el estilo.
La experiencia profunda a realizar con esta combinación es la de encontrar el equilibrio entre los sueños y la realidad, de manera que la persona pueda ser la materializadora de sus propios sueños. Si no es activa en los dos polos de este eje, entonces delegará las funciones de materializador de los sueños al otro-yo, cuyo papel interpretará el socio, el cónyuge.
Los malos aspectos no propiciarán el encuentro del Yo con el otro-yo y cuando lo encuentre, el ajuste entre ambos será malo o bien el Yo tendrá que avanzar por paisajes difíciles, arriesgados, para encontrar al otro y el contacto mismo supondrá un peligro.
Si los aspectos benefician al otro-yo, este será tiránico, triste o rencoroso, cruel. Si benefician al Yo, la persona echará constantemente las culpas al otro, acusándole de no estar a la altura de su genio, de su inspiración.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca en la pareja a alguien que le ayude a bajar a la realidad y que le provea de los mimbres que a ella le faltan.
Angelina Jolie, Steven Spielberg y Dalí, tienen la Casa VII en Capricornio.
Casa VII en Tauro
Hará que los bellos paisajes que contiene este signo, sus confortables edificaciones, vayan a la persona a través del canal de lo razonable, ese canal que inclina al compromiso, al pacto, de modo que lo que le inclinará a pactar será el esplendor de lo material, el brillo del oro, por así decirlo. Esa dinámica interna, que le lleva a inclinarse ante lo suntuoso y lo bello, orientará a la persona hacia gente de gran belleza.
Es que su otro-yo es así: bello y perfumado, muy distinto del yo consciente, el cual, regido por un Ascendente en Escorpio, es más bien fuerte y áspero.
Según su nivel evolutivo, ese otro-yo será o no vulnerable al halago y a la corrupción. Sus aliados comerciales serán igualmente gentes suntuosas, adineradas, con cuyo contacto se enriquecerá. El bienestar le vendrá, pues, a través de sus aliados, pero, tal como sucedía con Capricornio, es probable que todo ello le suceda tarde en la vida.
Los malos aspectos pueden dar otro-yo corrompido que arrastra a la persona hacia los goces materiales, poniendo la razón al servicio exclusivo de las cosas prácticas, induciéndole a pensar que lo razonable en este mundo es pasarlo bien, gozar todo lo posible y nada más.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca en el otro la paz, el descanso, la paciencia que ella no tiene y también el lujo y la riqueza que le permita vivir tranquila.
Aristóteles Onassis, Maradona y Grace Kelly tienen la Casa VII en Tauro.
Casa VII en Virgo
Indica que la quintaesencia de todas las experiencias vividas será expulsada por la vía de la razón y que el objetivo hacia el cual avanza esta persona es el de vaciarse de todo lo aprendido para recomenzar en un mundo nuevo.
Esta tendencia a desprenderse de las riquezas experimentales que anima su razón, si no se realiza internamente, le llevará al encuentro de personas que vivirán esa temática de una forma real. Sus socios, su cónyuge, serán, pues, personas que se desprenderán o venidas a menos, gentes que han conocido el esplendor y que han ido menguando.
Quizá guarden unas joyas con más valor sentimental que real y poseerán seguramente un álbum de recuerdos. Tienen historia, tienen pasado, pero un presente y un futuro incierto, abocado al cambio y al desprendimiento.
La ruina puede venirle, pues, a través de su otro-yo y la vida querrá decirle con ello que su riqueza interna debe ser gastada, debe ser dispersada a los cuatro vientos, del mismo modo que el cónyuge o el socio han dispersado su fortuna.
Con malos aspectos esa temática, que es casi cómica, se dramatiza y la ruina es un tema que se enseñorea en su vida. La persona verá como su cónyuge o su socio realizan esfuerzos sobrehumanos para subsistir, para conservar lo que puede ser salvado del naufragio y ese tema ilustrará los esfuerzos que ella está realizando por no soltar las verdades que posee y que constituyen su seguridad psíquica.
Virgo está regido por Mercurio, el planeta que representa a Hod, un Séfira de la izquierda, columna en la que impera el secreto, el misterio, valores que eran considerados como sagrados en las antiguas escuelas iniciáticas. Pero esa sacralización del secreto, del juramento, es válida durante un tiempo, una época, puesto que todo cuanto existe en el universo tiene su nacimiento, su culminación y su declive.
Al misterio debe sucederle la revelación; al secreto, la divulgación y al juramento que perpetúa las cosas, la flexibilidad para adaptarse a la irrupción de las corrientes procedentes de arriba.
La Casa VII en Virgo significará que la razón de la persona ha alcanzado la extrema madurez y que por lo tanto ya no puede aguantar por más tiempo la fidelidad a las ideas que esa razón conlleva: debe expulsar toda esa riqueza mental, debe difundir lo que sabe.
Si no lo hace, ese edificio de lo razonable se pudrirá como una fruta excesivamente madura, aparecerán las grietas y esa dinámica se materializará a través de la ruina del cónyuge, el socio, la sociedad en la que se encuentra integrada, puesto que el otro, el complementario, es el que representa en nuestra vida el papel del elemento razonable, que en el zodíaco desempeña Libra y en nuestro micro-mundo la Casa VII.
En el aspecto práctico dará a la persona que busca a alguien mayor (en edad o en experiencia) que le tutele, que le enseñe y que calme la vorágine de sus emociones.
Brad Pitt, Bolsonaro y Antonio Banderas tienen la Casa VII en Virgo.