Lucía me contaba, desesperada, que su hija adolescente, con catorce años ya había tenido tres novios. Ella pretendía que le dijera la fórmula para calmar ese ímpetu enamoradizo de su hija. Intenté calmarla y llevarla a comprender que no iban a ser los últimos, porque su hija es Piscis, el signo de los eternos enamorados.
Piscis, signo doble o mutable, es decir, exteriorizador, se ve abocado a lanzar sus contenidos hacia fuera, en este caso son de tipo emocional. Es el tercero de los de Agua. Ocupa el último lugar en el zodíaco constituido, pero es el sexto del constituyente. En Piscis los sentimientos se exteriorizan como en Sagitario se exteriorizaba el designio primordial. Es un signo Vav y como todos los que llevan esta marca, se ven accionados por Binah, cuya función es instituir limitando.
El designio primordial ya sufrió una primera restricción al pasar por Sagitario, un signo Vav, ahora sufrirá la segunda al instituirse los sentimientos. No todas las semillas dan fruto y de los proyectos sentimentales plantados en Cáncer solo algunos subsistirán. Ello significa, en lenguaje claro, que la persona deberá renunciar a algunas de sus ambiciones sentimentales para que otras, las esenciales, puedan realizarse. Esa renuncia, en una humanidad identificada con sus sentimientos, es quizá lo más penoso que pueda pedirse a una persona, y de ahí la reputación del signo como portador de pruebas y de sacrificios.
En el primer signo de Agua, Cáncer, el agua-sentimientos penetra en nosotros como llovida del cielo, nacen las emociones extendiéndose a todo lo creado de forma abstracta. En el segundo, Escorpio, los sentimientos se estacionan en nuestro interior y nos impregnan de su poder, de su fuerza, y la persona se transforma en el objeto de su amor. Y en el tercero, Piscis, los sentimientos salen de estampida y se derraman sobre el medio social en que vivimos, se dirigen de forma concreta y consciente hacia todas las criaturas de la tierra.
Esto hace que los nacidos bajo este signo sean algo parecido a una máquina de amar, que estén permanentemente enamorados de alguien o de algo. Como los ríos van a parar al mar, regido por Piscis precisamente, los sentimientos de los piscianos se proyectan con fuerza sobre las personas que se cruzan en su camino y las inundan, sin que nada pueda impedirlo, hasta que aparezca otra persona, con quien repetir la operación.
Es difícil que un Piscis sea fiel a un solo amor, porque le sobran sentimientos y no puede absorberlos en una sola persona. Tampoco el amor resultará ser un drama para él, porque si se le resiste, encontrar rápido otro que absorba sus sentimientos, ya que lo importante para Piscis es poder descargarlos y ya es más secundario sobre quien.
A este respecto, una clienta me preguntó qué podía hacer para que su pareja no le fuera infiel, porque era Piscis. Le contesté que se trataba de reconquistarlo cíclicamente, de generar situaciones en las que su chico sintiera que volvía a enamorarse.
El nativo de Piscis intentará por todos los medios plasmar sus sentimientos en un entorno social, de modo que su actuación será según sean sus sentimientos, y si por un lado es capaz de todos los sacrificios, por otro es también capaz de todas las abyecciones. Lo que no será nunca es una persona cuyo comportamiento pueda preverse por adelantado, ya que como sentimental, vive en un mundo subjetivo y ello supone un comportamiento poco lógico.
De todas formas, como Piscis se encuentra en la fase terminal del amor, ello supone que sus afectos no son indiscriminados, sino que las personas que co-protagonizan sus historias sentimentales ya vivieron con él pasados capítulos y ahora viven la experiencia final, la de los frutos, antes de pasar al ciclo intelectual en el que esas personas dejarán de ser amantes para convertirse en amigas.
Por lo general, los Piscis no rompen una relación, la transforman y lo que era un gran amor acaba siendo una gran amistad. La etapa de Piscis, al ser la última del Elemento Agua, supone, o tendría que suponer, cierto dominio sobre los sentimientos y los deseos. Una vez alcanzada esta etapa, y si sabe responder a las vibraciones profundas del signo, el nativo debería ser capaz de sacrificar todos los deseos de tipo personal para entregarse a una obra social o humanitaria. En este caso, el altruismo será su bandera.
Cuando el amor alcanza niveles sublimes, la persona ansía su fusión con el todo, tiene sed de infinito y su objetivo humano consiste en establecer la unidad allí donde reina lo diverso. Este afán de armonía puede ser plasmado a través de la práctica de un arte, los músicos Chopin, Haendel o Andrés Segovia pertenecieron a este signo.
Todo aquel que necesite ayuda encontrará en este nativo un refugio. Su abnegación puede llegar a rozar la santidad. Su hogar es tierra de acogida y vivir en comunidad puede ser una de sus aspiraciones profundas. Se distinguirá siempre por su gran capacidad de comprensión de las debilidades humanas.
La etapa que sigue a Piscis, en el zodíaco constituyente, es la de Aire, es la que establece la ley de pensamiento. Acercarse a esta etapa tiene que ser uno de los objetivos principales del nativo de Piscis, si su nivel evolutivo se lo permite. Para pasar del mundo del deseo del pensamiento deberá producirse en él una elevación más allá de sí mismo.
De la unión del pensamiento con el deseo nace la inspiración, la intuición, el presentimiento o la visión del porvenir. Kabaleb, mi padre, en cuyo trabajo me he basado para realizar este curso, tenía cinco planetas en Piscis, entre ellos el Sol. Y este signo ha dado muchos videntes, profetas y místicos en general. En ocasiones, la visión del futuro puede concretarse a niveles materiales, como es el caso de Einstein, otro ilustre representante del signo.
Júpiter, como regente del signo, les confiere a estos nativos un optimismo a prueba de bomba y una alegría que les pone permanentemente la sonrisa a flor de labios. Se ríen de todo, empezando por sí mismos, pero lo hacen con bondad, no de forma hiriente. También les confiere unas ganas inmensas de conquistar todo lo que sea conquistable, de ir a por todas, ya que se trata del planeta más expansivo del zodíaco.
Si el Sol de Piscis recibe aspectos positivos y si sabe dar un rendimiento óptimo a su caudal energético, el Piscis será para los demás una verdadera bendición del cielo, será portador de buenas noticias, anunciador de días mejores y una fuente inagotable de optimismo y esperanza.
En cambio si es incapaz de sublimar ese enorme caudal amoroso, lo descargará sin ton ni son sobre sus sufridos congéneres. Se identificará y se desligará de las personas, cosas o situaciones con una facilidad pasmosa. Le costará ser fiel a una causa, movimiento, idea o sentimiento. Volverá a menudo a antiguas fidelidades, pudiendo pasar incluso por un veleta. Será un eterno enamorado de todo lo que se ve y se toca.
La identificación con el todo, cuando desciende a niveles convencionales, se transforma en un deseo de poseerlo y conquistarlo todo. Júpiter, el planeta regente, nos habla en su polo positivo, entre otras cosas, de bondad, de generosidad y de un gran poder fecundador. Zeus, su representante mitológico, tenía hijos con todas las moradoras del Olimpo, incluso con mujeres humanas. Pero por su lado negativo, conduce a todos los excesos.
La manifestación descontrolada de las emociones lleva a su vez a la pérdida de la libertad y a la enfermedad, de ahí que este signo sea a menudo asimilado a las cárceles y a los hospitales.
Los aspectos planetarios disonantes sobre Piscis anuncian una complicada digestión de los sentimientos. Exteriorizaciones difíciles, precipitadas, fuera de lugar y timideces, inhibiciones. Exteriorizará sentimientos que en realidad no tiene y ello dará lugar a vinculaciones sentimentales falsas. Amores difíciles, tumultuosos, plagados de dramatismo y ello indica que en la etapa anterior, las cosas tampoco fueron fáciles, y si ahora el Piscis es víctima, es porque cuando vivió la experiencia amorosa desde Escorpio, actuó como verdugo.
Las disonancias actúan igualmente sobre los deseos, llevando a los nativos a desear lo prohibido, creándose así numerosos enemigos y quizá acaben dando con sus huesos en la cárcel, pero siendo el signo que rige los establecimientos penitenciarios, el Piscis entre rejas será como una especie de rey y obtendrá el respeto y la confianza de los demás reclusos.
Si los aspectos negativos vienen de Júpiter o de Venus, se darán excesos culinarios o sexuales, y si el nativo no dispone de medios para la satisfacción de sus deseos, puede recurrir a la delincuencia de guante blanco para obtenerlos. Si las disonancias vienen de planetas como Marte, Saturno o Plutón, podría llegar a otros límites. Un Piscis con Neptuno mal aspectado, podría vivir prisionero de sus propias visiones, quimeras, utopías.
El exceso de planetas en este signo dará lugar a exteriorizaciones sentimentales múltiples: la persona siempre estará enamorada de alguien, pero sin profundidad.
La experiencia fundamental de Piscis consiste en desprenderse de los amores, en dejar de lado los deseos, las emociones, para pasar a la fase mental sin que los deseos se vean involucrados en el discurrir de la mente.
Si Piscis ha aprendido la lección, será muy afectuoso al principio de su vida, pero ya no lo será tanto al final. Sin embargo, en este signo se producen muchos atascos, porque la persona, en su estado evolutivo actual, se identifica con sus emociones, con sus deseos y hay muchos Piscis que se complacen en recordar las comilonas de 20 años atrás y las aventuras eróticas con amantes que ya tienen los cabellos blancos, negándose a pasar al ciclo intelectual y buscando placeres que ya no lo son y que solo persisten en la memoria.
En cualquier caso, nacer con el sol en Piscis implica que la voluntad ha decidido experimentar lo que ocurre cuando las emociones son el elemento activo y cuando constituyen el criterio que impera para resolver los problemas de la vida.
Este nativo puede ser, ante todo, extremadamente sensible, influenciable, susceptible, imprevisible, inestable, abnegado y desinteresado en lo positivo. O bien, cruel, violento, colérico y acaparador cuando sus aguas fecundadoras se transformen en temporal asolador.
Piscis es el Vav de los signos de Agua y el He de los signos dobles o mutables. En el proceso creativo está regido por Tiphereth, en el zodíaco constituido lo rige Júpiter. Pertenece al mundo cabalístico de Creaciones.
En el Árbol de la Vida, Piscis está regido por Tiphereth, por tener como regente al Sol y por ser el sexto, este es el Séfira o Centro número seis, el que nos habla de la conciencia, de la memoria, de la luz.
Todos tenemos Piscis en alguna parte de nuestra carta natal y la Casa terrestre que ocupa el signo nos indicará el dominio en el que debemos ejercer sus cualidades.
Las dos sextas horas (la 11ª y la XIIª) a partir de la salida del Sol se encuentran bajo el dominio de Piscis y es en ellas que mejor podremos imbuirnos de su mensaje.
Las profesiones más idóneas para Piscis pueden ser: restaurantes, hoteles, campings, establecimientos turísticos, saunas, clubs, pubs, discotecas, bares, cafeterías, comercios, grandes almacenes, mercados, mercadillos, hospitales, cárceles, seguridad social, prestaciones por enfermedad, clínicas, astilleros, cruceros, pesca, deportes marítimos, agentes secretos, ONG, organizaciones de beneficencia.
Para encontrar las claves negativas, solo tienes que buscar la contraria a la positiva.
Claves: amoroso, conciliador, sensible, influenciable, susceptible, entregado, imprevisible, inestable, abnegado, desinteresado, inconsciente, sacrificado, humano, cariñoso, empático, amable, simpático, intuitivo, solidario, compasivo.
Clave principal: Enamorarse de una persona. Salir a la conquista de la vida. Compartir el amor con los demás. Entregarse de forma desinteresada.
Apunte final: Siendo Piscis el signo de la exteriorización de las emociones, nada extraño que en tu vida te enamores muchas veces y quien no sea capaz de re-enamorarte puede tacharte de persona promiscua, pero será porque no comprende tu propósito.