Desde que el ser humano ha accedido a la auto conciencia, ha utilizado la voluntad creadora y el pensamiento bajo su aspecto de garrote y de espada. Lo que Judas ha entregado en esa noche memorable, ha sido el desperdicio; es decir, mediante su traición ha puesto en contacto las fuerzas desperdiciadas con el amor primordial que iba a disolverlas. Lo constituido, lo establecido mediante las energías creadoras desperdiciadas, se enfrentaba con la fuente madre de esas energías, que iba a absorberlas.
Es decir, durante encarnaciones y más encarnaciones, hemos ido estableciendo en nuestra vida material el obstáculo y la dificultad. Hemos construido según los criterios de una personalidad emotiva, y cuando por fin nuestros ojos se abren y nuestra Agua pone su poder fecundador a la disposición del Fuego, nos encontramos con que lo constituido, lo edificado en los tiempos de nuestras tinieblas, se levanta ante nosotros como una amenaza. Entonces nuestra luz tendrá que entrar en estas sombras para absorberlas, para diluirlas, cargándolas, por así decirlo, sobre sus espaldas, penetrando con la cabeza en sus espinos, para así destruir todo lo edificado en el tiempo de la oscuridad.
Es el proceso que tiene lugar en las bajas regiones del Mundo del Deseo cuando, al morir, las capas inferiores de nuestro cuerpo de deseos quedan destruidas por los impactos del fuego-garrote que recibimos como torna equivalente a los que hemos estado repartiendo en vida.
La traición de Judas hará innecesario este proceso porque la luz se habrá adelantado a recibir los palos y en lugar de sufrirlos en nuestra piel, será la propia luz la que disuelva el garrote.
Juan, en su capítulo XVIII, nos refiere los trabajos de la fuerza crística en la Letra-Fuerza Tsade. Hemos visto que en las dos puertas anteriores, la 16 y 17, el ser humano se libera de la sinagoga mundana y, mirando hacia arriba, dirige su palabra al Padre. Entonces aparece ante él la realidad trascendente. Sus ojos se abren a lo eterno y ve y comprende la Creación. Se encuentra en ese momento en condiciones de hacer milagros, de decirles a sus montañas internas que se arrojen al mar; tiene la capacidad de auto sanarse y de sanar a los demás. Gracias a él, el mundo adquirirá otro aspecto, dejará de ser la tierra del dolor para convertirse en la tierra del gozo. Pero todo ello supone, por su parte, un trabajo.
Esas maravillas no pueden realizarse con un simple parpadeo. En algunos cuentos mágicos vemos como el protagonista pronuncia una palabra y la estancia que guarda el tesoro se abre misteriosamente y, de hecho, así sucede en la realidad. Sin embargo, lo cierto es que esa palabra que hemos de pronunciar representa todo un conjunto de fuerzas que, al ser activadas, abren las puertas.
Dicho de otro modo, la transmutación de nuestra naturaleza supone un trabajo. El hecho de que las montañas se arrojen al mar y la tierra se allane, supone para nosotros un esfuerzo para cambiar lo establecido y constituir un nuevo ordenamiento. Es el esfuerzo que se describe en la presente estancia, en la que vemos como la luz penetra en la montaña nocturna y como los representantes de lo establecido se apoderan de ella.
17.- Lo constituido tiene que cambiar de aspecto y tomar la apariencia de ese nuevo universo que hemos visto y comprendido después de que el Abogado nos explicara los pormenores de la Creación. Si se tratara tan solo de modificar nuestra estructura interna, la cosa podría suceder sin dramas, pero es el mundo exterior el que tenemos que modificar para que sea a la imagen del nuevo mundo que llevamos dentro.
En el próximo capítulo hablaré de: el cambio de gobierno