Interpretación esotérica de los Evangelios

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Capítulo 15

Pagar impuestos

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Cuando llegaron a Cafarnaum, los recaudadores de impuestos se dirigieron a Pedro y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga la didracma?, Y él respondió: Cierto que sí. Cuando iba a entrar en casa, le salió Jesús al paso y le dijo: Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran censos y tributos? ¿De sus hijos o de los extraños? De los extraños, respondió Pedro. Y replicó Jesús: Luego los hijos están exentos. Más, para no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo y toma el primer pez que pique, ábrele la boca y en ella hallarás un estáter; tómalo y dalo por mí y por ti». (Mateo XVII, 24-27).

Este episodio del pez con la moneda en la boca es uno de los que más fortuna han hecho en la vida profana y son muchos los que, hoy en día, como Pedro, van en busca del «pez gordo» que les resuelva sus problemas materiales, o van «de pesca«, a ver lo que consiguen sacar. A través de la lotería, de la quiniela, de una operación bursátil o inmobiliaria y a veces incluso con maneras fraudulentas.

Los padres no cobran impuestos a sus hijos, así que cuando nos movamos dentro de la organización del Padre, cuando seamos capaces de seguir las enseñanzas que preconizaba Jesús, quedaremos libres de las demás obligaciones. Esto no significa que eso nos exima de nuestras obligaciones fiscales, sino que Dios proveerá.

Jesús presenta aquí dos temas. Primero, que los Hijos de Dios, están exentos del pago de toda contribución al culto o a la organización de una sociedad que, en todas sus manifestaciones, es el exacto reverso del mundo preconizado en estos textos. Sería un contrasentido, pues, que sostengan materialmente lo que combaten espiritualmente.

Significa que una vez llegamos a un cierto nivel espiritual, debemos empezar a dejar de lado la contribución al mundo antiguo. El impuesto representa aquello que nos vemos obligados a hacer para sostener el mundo en el que vivimos. Muchas veces en esos impuestos están incluidas las relaciones con las personas que nos rodean. Las convenciones sociales. El tomar copas con los amigos. Hacer barbacoas. Criticar al vecino o al familiar de turno. Cuando empecemos a desapegarnos de ese mundo, ya no tendrán sentido las acciones para sostenerlo.

En el plano espiritual, el impuesto a pagar es el amor, que es el valor que genera cohesión y que ayuda a avanzar en todos los dominios de la vida. Pagar con tres besos, con una sonrisa, con un abrazo, será la fórmula a emplear en la Era de Acuario.

Pero a pesar de ello, Jesús manda a Pedro pagar los impuestos, ya que el combate espiritual debe ser llevado sin escandalizar. En el Reino del Padre todo marcha como una seda, de forma natural, sin violencias. 

Para que nuestra acción sea conforme a la dinámica de ese Reino, es preciso que se acepte la contradicción cuando, no aceptándola, se crearía una situación de escándalo y violencia, es decir, cuando es peor el remedio que la enfermedad.

Por otra parte, la contribución al mundo antiguo le viene al discípulo de una manera natural y espontánea. Al decirle a Pedro que encontraría la moneda en la boca de un pez, de ese mismo pez con el que alimentó a una multitud, estaba diciéndole en realidad que la enseñanza, el alimento que estaba dispensando, le traería los recursos con que cumplir sus obligaciones profanas. 

Y así ocurre, en efecto, con todos aquellos que, a distintos niveles, se dedican a la enseñanza de las escrituras sagradas. Siempre aparece ese «pez» en cuya boca se encuentran los recursos para hacer frente a los gastos inevitables que la enseñanza comporta. Ya en su Sermón de la Montaña, Jesús anunció esa dinámica que jamás se ha visto desmentida por los hechos. Lo único que puede frenar esta dinámica es nuestro miedo y nuestra poca fe. Cuando cambias de mundo, es lógico que las reglas también cambien.

En el próximo capítulo hablaré de: volverse como niños

Kabaleb
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