Seguimos con el itinerario marcado por esos acontecimientos relatados en los Evangelios. Pero recuerda que estamos hablando de tu vida, de tu itinerario, de tus cambios. Cada paso que das es parte de tu propia historia de transformación y crecimiento. No veas los evangelios como algo distante, sino como tu hoja de ruta, guiándote hacia un desarrollo personal profundo y significativo.
Tú tienes el control
Este itinerario es personal, y tú decides a qué velocidad quieres avanzar. No hay límites preestablecidos, como en las autopistas. Puedes acelerar o desacelerar según tus necesidades y deseos. ¡Tú eres el conductor de tu vida!
Continuemos con el fascinante relato de Kabaleb. Antes de alcanzar esta fase crucial de nuestro viaje humano, conocida como Zacarías, hemos recorrido un largo camino, asumiendo diversas identidades y experiencias. Hemos sido, alternativamente, personajes de muy diversa condición. Este proceso transformador está bellamente descrito en el primer capítulo del Evangelio de Mateo, donde se menciona la genealogía de Jesús. Esta genealogía (que encontrarás en Mateo I, 1‑17), empieza con Abraham y termina con José, esposo de María, cada nombre cuenta una historia de evolución y conexión.
¡Cuarenta y dos generaciones: Tu escalera hacia la espiritualidad!
En total, son cuarenta y dos generaciones, cada una representando un peldaño en la escalera que conecta el ciclo de la vida con la tierra en su sentido de descenso. Este ciclo natural de la vida humana abarca ochenta y cuatro años, el tiempo que Urano, el planeta crístico, tarda en completar su recorrido por el zodiaco.
En los primeros cuarenta y dos años, el ser humano desciende a las realidades materiales, proyectando el mensaje divino en el mundo físico. Pero a partir de los cuarenta y dos, ¡es hora de ascender! Es el momento de iniciar el trabajo de identificación con tu personalidad espiritual. Por eso, en muchas tradiciones, se comienza la búsqueda espiritual a esta edad.
Cuando llegamos a la mitad simbólica de nuestra vida, lo ideal es invertir los mandos y dedicar más tiempo a nuestra esencia espiritual, que a menudo permanece agazapada en nuestro interior, esperando que le otorguemos el protagonismo que merece. Pero no esperes a los 42 para comenzar este viaje. Si estás leyendo esto, es porque una parte de ti ya está en movimiento. ¡Es momento de tomar acción!
Dedica un poco de tiempo cada día a este cambio. Busca momentos para meditar, desconectar del estrés y de la rutina diaria. ¡Es hora de despertar esa chispa interna!
Esa misma regla del 42 que debería regir cada vida humana, también está activa en el proceso generacional de la personalidad crística. Si nuestra personalidad humana hubiera sido fiel a la programación de nuestro Ego Superior, solo necesitaríamos cuarenta y dos encarnaciones para experimentar el nacimiento de nuestra espiritualidad. ¡Imagina lo que podrías lograr si alineas tu personalidad divina con la humana.
!Transformación espiritual: Un viaje a través de las generaciones 🌌
Pero los planes divinos fueron alterados. Si bien, en un inicio, hubo una aceleración en ciertos aspectos, especialmente en el conocimiento intelectual, se rompió el contacto con la jerarquía espiritual. Esta desconexión provocó una identificación con la naturaleza física, resultando en inevitables retrasos en nuestro ritmo evolutivo.
En la práctica, esas cuarenta y dos encarnaciones se multiplican, y las vidas de ochenta y cuatro años se reducen a cincuenta, cuarenta, o incluso menos o se aumentan. Sin embargo, este retraso se compensará en las cuarenta y dos encarnaciones teóricas que siguen al nacimiento de la personalidad crística. En este punto, aceleraremos nuestro progreso y, en pocas vidas, alcanzaremos la plenitud espiritual y la inmortalidad. Este es el estado evolutivo en el que la conciencia ya no se separa del cuerpo material al morir, permitiéndonos explorar libremente el vasto universo solar.
No te preocupes si algunas de estas ideas te suenan galácticas; las desglosaremos paso a paso. Este no es un recorrido plano, ¡es una aventura profunda y transformadora!
Mateo, en su primer capítulo, nos revela que este proceso generacional se divide en tres partes. La primera, compuesta por catorce generaciones, va desde Abraham hasta David. Abraham simboliza la formación de la conciencia, el momento en que el ser humano reconoce que dentro de sí hay algo superior e inmortal que le brinda continuidad, descendencia, protección y amparo. En Abraham se establece la promesa de unión, una unión que se consumará con Cristo al final de estas tres etapas.
Durante este primer periodo, la semilla divina se planta en el ser humano a través de quince generaciones, ya que Salomón representa la decimoquinta a partir de Abraham. Los estudiantes de astrología cabalística conocen bien que son 15 fases zodiacales desde Aries hasta Virgo. Aunque hay doce signos, contamos quince fases, incluyendo las transiciones entre los elementos: de Fuego al Agua. Del Agua al Aire y del Aire a laTierra.
Este primer periodo generacional, conocido como Yod, se caracteriza por la espiritualidad actuando desde el exterior. El ser humano avanza por un camino, mientras la espiritualidad sigue otro. Ocasionalmente, se comunican; el Eterno hace oír su voz y comienza a formarse el pueblo elegido, el pueblo espiritual que un día recibirá a Cristo. En la vida práctica, esto representa una etapa en la que comenzamos a escuchar sobre el crecimiento personal, voces que nos inspiran, pero que aún nos parecen lejanas.
Tras el cautiverio, la etapa de Egipto, de la travesía por el Mar Rojo y la caída del maná del cielo, la espiritualidad se fija en un hogar provisional: el Tabernáculo.
La segunda etapa en la generación de la personalidad crística, será la del He, va de Salomón a Jechonías. Comienza con Salomón y se caracteriza en la construcción del templo y sus sucesivas destrucciones. Aquí, el objetivo es interiorizar la espiritualidad, creando un templo en el interior de la personalidad humana, para que Dios actúe desde dentro, no desde fuera. Esta fase puede ser vista como el «quiero y no puedo», donde intentamos meditar, pero las distracciones nos rodean.
Para construir este templo, las fuerzas del lado derecho del Árbol de la Vida deben unirse a las del lado izquierdo. Sin embargo, al establecer el propósito de edificar este templo, las alianzas comienzan a traicionarse, y el arquitecto enfrenta la muerte. Esta falta de entendimiento lleva a la destrucción de la morada repetidamente. Las escuelas iniciáticas actuales se dedican a recapitular esta construcción, enfrentando aún los mismos desafíos.
En la etapa He, sentimos una voz resonando en nuestro interior. Es la llamada interna de la espiritualidad, instándonos a un cambio profundo en nuestras vidas.
El tercer periodo generacional, la fase Vav, que va de Jechonías a Jesús, representa la exteriorización de la divinidad. Dios, habitando en el interior del ser humano, toma el control de la voluntad, hasta que, al final de estas catorce etapas, asistiremos al nacimiento de la personalidad crística.
Este es el periodo en el que buscamos la luz, respuestas y salidas a nuestro laberinto personal. Nos inscribimos en todo tipo de cursos de crecimiento espiritual, impulsados por el deseo de trascender y conectar con nuestra verdadera esencia.